Las sociedades requieren de mujeres y hombres que sintonicen con sus realidades, desde enfoques sensibles y participativos. El anhelado progreso depende en buena medida del accionar de autoridades comprometidas con el bien común. Esto, supone una interactuación entre mandatarios y mandantes, en la búsqueda de alternativas a los problemas acuciantes.
Toda comunidad necesita del contingente dirigencial provisto de características elementales como: honestidad, don de gentes, profesionalismo, tolerancia, credibilidad, sencillez, para lo cual, es menester que exista una directa interrelación con las necesidades de la gente y la planificación predispuesta en los diferentes entes corporativos. El líder se forja desde la preparación y el conocimiento permanente. Asume su rol con solidaridad y transparencia. Y, con ética dentro de los objetivos asumidos.
Los liderazgos son fundamentales en la consolidación de comunidades anhelantes de desarrollo, ya estén estos al frente de entidades públicas, de elección popular, organismos privados o no gubernamentales. Los líderes/as deben ser sensitivos al clamor colectivo. Los canales comunicativos son vitales en el ejercicio entre gobernantes y gobernados. Es crucial que los preceptos democráticos se antepongan en la actitud del líder o lideresa, con la finalidad de brindar apertura a las exigencias populares, con responsabilidad y sentido común. Esto, obliga a dimensionar los límites entre el poder y la ciudadanía, y el enorme compromiso que posee el caudillo en condición de cabeza visible de las grandes transformaciones sociales.
Los verdaderos liderazgos no sólo que se reactivan en elecciones o en períodos administrativos determinados, sino que los mismos están latentes en todo momento, cuando la solidaridad, influencia moral, capacidad de trabajo y entrega decidida se plasman como conducta de vida. (O)