La hinchada del Deportivo Cuenca es considerada como una de las más fieles del Ecuador. Existe un vínculo especial entre los cuencanos y el elenco de la ciudad. Han pasado 53 años, y el cariño por los Camisetas Coloradas, se contagia generación tras generación.
Tal es el cariño por el Expreso Austral que la tradición pasa por distintos niveles. Uno de esos casos es del reconocido don Humberto Pesántez, quien es uno de los primeros dirigentes (inició como vocal alterno) y fanático del reconocido ‘Cuenquita’, que nace el 4 de marzo de 1971. Desde entonces no pude alejarse del rojo y negro.
Pésantez, no se ha cansado de aportar con su tiempo y corazón para que el Cuenca no decaiga. Incluso, él, en su afán de encender el ambiente en el estadio, creó la reconocida corneta que emociona al público en todos los partidos que se juegan en el estadio Alejandro Serrano Aguilar. Se ubica en el tercer graderío de la Tribuna Sur.
El cariño de don Humberto, que siente por el conjunto morlaco se ha contagiado en su familia. Tal es la tradición que, esta afición pasó a su hijo Pedro Pesántez. Y ahora, su bisnieto, César Dávila, es quien lleva ese furor por apoyar a los Camisetas Coloradas.
“Nosotros necesitábamos un ruido para apoyar al equipo. En los dos primeros partidos llevé una sirena, pero no fue algo tan agradable. Luego junté tres cornetas y la historia ya es conocida por todos. Ese sello sigue en la pasión del Cuenca. Por ahora, la herencia se pasó a mi bisnieto, algún día ya no he de estar”.
El reconocido hincha, quien fue presidente en 1991 y 1993, se siente parte de la historia del equipo. Dice que es un orgullo vestir la piel del cuadro de la ciudad. “Toda mi familia se visten con la camiseta colorada. Es identidad y sentido de pertenencia”.
Ver jugar al equipo es la distracción de los cuencanos
Hoy, don Humberto tiene 84 años, y no niega que con el Deportivo Cuenca se sufre, pero también se goza. Una mezcla de buenos y malos momentos. Sin embargo, el 2004 quedará siempre en su mente. Su sueño es festejar con el equipo un segundo título nacional.
Ahora llega al estadio con su bisnieto, quien lo acompaña a la mayoría de partidos. “Se ha pasado el cariño. Mi abuelito lleva en la sangre este cariño. Es un honor ir con él, al estadio y ahora hacerme responsable de la corneta es un privilegio”, dice César Dávila, de 17 años.
“Pasión y locura hasta la sepultura”
Otro de los fanáticos del rojo y negro es el Juan ‘El Cuy’ Segarra, quien en la actualidad lidera la barra Crónica Roja, se volvió hincha del Deportivo Cuenca, en 1993. Desde aquel año, no se ha separado del cuadro colorado.
Recuerda que su tío Homero Patiño (exgerente del club) lo llevó al estadio, cuando tenía 8 años. Los diferentes sentimientos que se reflejaban en el escenario cautivó a Juan para juntarse como hincha activo.
Fue primero integrante de la Barra Brava, en la general. Luego de ello, en el 2001 nace la Crónica Roja (Juan Pablo Proaño, Jorge Proaño y Xavier Coronel). “Allí nos unimos con mis amigos del barrio y del colegio. Me involucre más. Es una pasión desenfrenada”.
Según el ‘Cuy’, de 39 años, pocos entienden el sentimiento que existe por el Deportivo Cuenca. Su misión es contagiar la pasión que se vive en las gradas para sumar más hinchas. Esta reconocida fanaticada se ubica en la general sur y es la encargada de encender la fiesta en el reducto municipal.
“La gente ve en la Crónica un ejemplo para alentar al Expreso Austral. Grandes y chicos llegan a la localidad para gritar. No paramos de alentar. Dedicamos tiempos y arriesgamos muchas cosas”, comenta el hincha, quien lidera la barra, desde el 2005. Él tiene una colección de 200 camisetas del club.
La pasión que transmite Segarra también la ha heredado su hijo, Juan Martín, de seis años. Se ha convertido en un hincha a muerte más del Expreso Austral.
A pesar de que no puede asistir a algunos partidos, el ‘Cuy’ trata de que ese sentimiento crezca en su primogénito.
“Es algo lindo que se transmite. Ser hincha del equipo de la ciudad es un privilegio y no una obligación…”.