Roberto Luque, ministro de Transporte y Obras Públicas, le dijo no al Azuay respecto de darle la delegación administrativa de la red vial a su cargo.
Esta petición fue hecha al Gobierno anterior por la Alcaldía de Cuenca y la Prefectura del Azuay, con apoyo la Asamblea Ciudadana por la Vialidad.
Pidieron las competencias para las siguientes vías: Cuenca-Molleturo-El Empalme, Cuenca-Azogues, un tramo de la Cuenca-Girón-Pasaje, y un tramo de aquella que conecta con Paute y Gualaceo.
Preveían implementar un sistema de peajes al costo de un dólar, con un modelo de gestión para 30 años.
A juicio de las autoridades locales, aquel modelo, de alguna forma permitirá mejorar el estado de esas vías, deterioradas por falta de mantenimiento, derrumbes de toda magnitud, reactivación de fallas geológicas; igual por decisiones centralistas y hasta de absoluta desidia.
Pero Luque dijo no, y ofreció disculpas al Azuay “por frustrar los anhelos…”. Según él, dijo su verdad. Y lo es, en tanto en cuanto no da lugar a seguir esperando respuestas.
Para el ministro, las delegaciones privadas y públicas no han funcionado. ¿Cuál es, entonces, la utilidad de las alianzas públicas-privadas; o no funcionan en materia de vialidad peor si es para Azuay?
Para aliviar el golpe, con el Presidente Noboa han resuelto, más bien, mejorar el estado de las vías. Y, gracias al financiamiento del Banco Mundial, prevén entregar maquinaria solamente para el Azuay, pero obviando el cuándo; y “no pedir a las entidades públicas locales”, en clara alusión al trabajo efectuado por el GAD del Azuay, gracias al cual, si bien le pagan, se limpian los derrumbes.
¿Un consuelo más? ¿Una “tomadura de pelo más”?
Hasta tanto se seguirá transitando por vías destrozadas, en las cuales cunde el peligro, el aislamiento repentino, cuando no la muerte.
Azuayos, no tendrán mejores vías interprovinciales. Este parece ser el mensaje implícito. ¿O no?