Parece ser que al Alcalde de Cuenca, le aqueja un mal que lo padecen muchas personas que ejercen altas funciones en la administración pública, pierden la perspectiva, se fusionan y confunden con el cargo.
Zamora va más allá, asume que él es Cuenca, eso me parece el colmo de los colmos.
El lunes de esta semana, al rechazar acusaciones de nepotismo, ha dicho que a él como a todos le gusta que se respete su honor, añadiendo luego que “Cuenca es una ciudad diferente, una ciudad que respeta, pero tampoco se queda callada, cuando tiene los documentos para probarlo”, sin darse cuenta que él no es la ciudad.
Ha dicho también que hará respetar el honor de todos los cuencanos, como si todos fuésemos uno o más bien como si todos fuésemos él.
Dice que su acusadora tiene intereses políticos, entonces, no judicialice la política, no por misericordioso, sino porque el Alcalde debe estar dispuesto a resistir la crítica y el escrutinio ciudadano.
Templanza… es mi consejo, no me lo ha pedido pero se lo doy. (O)