Los países reconocen al Derecho Internacional Público (DIP) como norma de conducta, propugnan la solución pacífica de las controversias evitando el uso de la fuerza para resolverlos, así como condenan la injerencia de los Estados en los asuntos internos.
En este contexto, la aplicación de los Tratados o Convenios Internacionales constituye una de las principales fuentes del DIP, frente a lo cual, aplica el principio de “pacta sunt servanda”, entendido como que, los tratados deben ser observados de buena fe.
A consecuencia de la invasión de las fuerzas de seguridad ecuatoriana en la legación diplomática mexicana en Quito, estos principios y reglas que rigen el DIP cobran especial relevancia.
Para ello, hace falta recordar por lo menos que los 2 países, son suscriptores tanto de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (1961), así como de los Tratados relativos al Asilo de La Habana (1928), Montevideo (1933), y Caracas (1954). Por lo que, en aplicación a la “buena fe”, los considerado en dichas normas debió ser respetado por los Estados.
Sin embargo, es importante destacar que, si bien es cierto, el Ecuador podía oponerse o dudar acerca del otorgamiento del estatus de asilado político del señor Glas, lo prudente hubiese sido negar el salvoconducto, y resolver el incidente agotando los canales diplomáticos, e incluso recurriendo a organismos internacionales.
No obstante, la irrupción en la Embajada de México en Quito fue en contra del principio de inviolabilidad del local de la Misión diplomática, en virtud de este privilegio, las autoridades políticas, administrativas o judiciales no pueden penetrar en la legación sin el consentimiento del jefe de Misión, pues estos inmuebles son inviolables.
El exabrupto por parte del Ecuador le ha costado hasta el momento la condena mayoritaria de los miembros de la comunidad internacional, incluso, la disputa se ha judicializado ante la Corte Internacional de Justicia, dónde México solicita la suspensión de Ecuador como integrante de la Organización de las Naciones Unidas.
Todo esto se podría evitar, sí el gobierno de Noboa reconoce la violación a normas internacionales y expresa sus disculpas públicas para resarcir el daño moral del Estado mexicano. Anhelo que, el diálogo y la cordura prime, y que la resolución pacífica sea la manera cómo países hermanos a los que nos une el arte, la cultura, la educación, el turismo y otros, caminen nuevamente juntos de la mano. (O)