A modo de lluvia de ideas. Estamos en una encrucijada. En un punto de quiebre. ‘En un O u O’, es decir, en una disyuntiva. Nos entendemos o nos entendemos. Frente a esta singular circunstancia recibimos la invitación, de parte del Gobierno, para un gran diálogo nacional. Permítanme, como aporte personal, algunas inquietudes sobre qué, cómo y cuándo dialogar, no sin antes expresar mi conformidad con que se dé este diálogo; que si fue sincero el llamado oficial o solamente una treta para dilatar términos no vale discutirlo ahora, ya lo sabremos más tarde. En todo caso no está por demás dormir con un ojo abierto, dado el clima impregnado de suspicacias y el deterioro de la confianza puesto de manifiesto, en las últimas semanas, en diversos escenarios sociales. Entremos en tema, amigas y amigos de El Universo.
-DE QUÉ discutir. Es importe encontrar el qué, aunque debamos perder un par de semanas hasta lograrlo, porque si empezamos a dialogar de todo un poco, en escenarios no propicios para el diálogo, sino más bien para un adoctrinamiento político, se podría anticipar que el diálogo nació muerto. No debemos caer en una trampa: dialogar exclusivamente sobre la herencia y la plusvalía. No amigos, no es por allá por donde debemos dirigirnos. Esos proyectos de ley no son causa de desazones, sino una consecuencia de la carencia de grandes políticas nacionales y, además, una sentencia ya anunciada por la dictadura del voto, abiertamente defendida por nuestro Presidente.
-Posibles temas de diálogo: ¿Es conveniente que todas las funciones del estado estén integradas por miembros del partido de gobierno y que dependan, todas ellas, del Ejecutivo? ¿Es procedente y lícito que en un estado de derecho se promocione, a sol y sombra, la reelección del actual Presidente, cuando, hoy por hoy, es un acto abiertamente inconstitucional? ¿Es necesario convocar a una Constituyente para depurar la Constitución? ¿Las enmiendas deben seguir el trámite iniciado? ¿Debe suspenderse, mientras dure el diálogo, la publicidad oficial pautada en los medios de comunicación social?
¿CÓMO efectuar el diálogo? Es indispensable un paso previo, sereno, valiente y necesario. Conocedores de que las instancias del gobierno central y todas las funciones del estado marchan a un solo compás y que los temas se han polarizado de tal suerte que es imposible encontrar un entendimiento duradero, es imperiosa una consulta popular para que, a través de ella, la sabiduría y responsabilidad populares escojan lo más acertado para nuestro presente y futuro.
-¿CUÁNDO hacerlo? El proceso de una consulta popular se lo debe iniciar ‘quanto citius’, lo más pronto posible. Es menester escoger las preguntas indispensables y velar por su correcta redacción. Nombrar un tribunal ‘ad hoc’, conformado por representantes de nuestra sociedad, que supervise todo el proceso hasta la proclamación de los resultados. La consulta, entre otras cosas, debe devolvernos la paz y asegurar la conclusión normal del periodo para el cual fueron elegidas las actuales autoridades.
“La unión que pide Jesús no es uniformidad, sino la multiforme armonía que atrae, la inmensa riqueza de lo variado, de lo múltiple que alcanza la unidad”, Papa Francisco. (O)