Cuenca, y el propio Austro, han reclamado por el estado vial, por la falta de conectividad. Y no solo en el presente siglo. Hace cien años, ya sea a través de grandes artículos periodísticos, reuniones o telegramas, ya se solicitaba al gobierno central que atienda las necesidades del sur del Ecuador.
Y, como si fuera poco eso, hubo dos momentos que los propios azuayos, motivados por esa falta de atención, optaron por demostrar que, tanto hacia la Costa como hacia el Oriente había cómo llegar en vehículo.
Para eso se organizaron dos raid. Uno a través de lo que hoy es el Parque Nacional Cajas y otro por el Tahual, en la zona de El Descanso.Ambos hechos quedaron registrados en diario El Mercurio.
El primero en ocurrir fue el raid Cuenca-Gualaceo-Cuenca. El 13 de julio de 1941 arribó a la capital azuaya el Ford que se utilizó para cumplir con la ruta. En la expedición participaron Gabriel Cobos Aguilar, gerente de la Agencia Ford de Cuenca, y el mecánico Vicente Orellana.
“El carro que llegó ileso, como si viniese de un paseo de placer, trajo a su bordo al señor Benjamín Albornoz Cabanillas, jefe político del cantón Gualaceo y entusiasta propagandista de la vialidad provincial a cuyo esfuerzo secundado por su pueblo, se podrá después de poco tiempo sin esfuerzo ni peligro viajar a esa villa tan pintoresca”.
Lo citado se publicó el 15 de julio de 1941, en El Mercurio, que estuvo pendiente de la llegada del vehículo Ford luego de cumplir con el raid. La travesía se había cumplido para demostrar a las autoridades que sí se podía construir una carretera que uniera Cuenca y Gualaceo.
Cuenca-Molleturo-Naranjal
28 años después, el 19 de octubre de 1969 volvería a realizarse un raid en Cuenca. En esta ocasión, el grupo Choferes del Azuay, con el objetivo de mostrar la factibilidad de construir una carretera que uniera Cuenca con Molleturo y Naranjal, llevó a cabo una incursión.
A diferencia del que ocurrió entre Cuenca y Gualaceo, en El Mercurio, a diario, se compartía información de lo que sucedía en la travesía.
La difusión se debió, en gran medida, a que los organizadores se habían provisto de herramientas para comunicarse. Por ejemplo, la Tercera Zona Militar prestó un equipo transmisor con su operador para que se comparta cada detalle del viaje.
Dichos detalles llegaron hasta Radio Popular, que mantuvo tres contactos diarios: a las 08:00, a las 13:00 y a las 18:00. Fue así como la información llegó a los cuencanos, quienes estaban expectantes de lo que sucedía.
Para viajar, los organizadores recibieron un vehículo jeep, por parte de la llantera. Con todo listo inició el raid, no sin antes realizarse un desfile.
“Seguido de numerosos vehículos, el jeep cedido por la Fábrica de Llantas GENERAL, debidamente equipado y conducidos por el señor Justo Samaniego, avanzó por la calle Bolívar en medio del contento general del público, que elogiaba de la mejor forma la decisión de los volantes de nuestra ciudad”, se escribió el 20 de octubre de 1969 en El Mercurio.
Logro alcanzado
El 20 y 21 de octubre los lectores de El Mercurio se enteraron que la travesía de los organizadores del raid se estaba cumpliendo sin contratiempos. El primer día, es decir el 19 de octubre de 1969, a las 12:00 llegaron hasta Quinuas.
Luego, a las 13:30, llegaron a la parte alta del Cajas. Allí la banda de músicos de Molleturo les dio la bienvenida con los “acordes de la Chola Cuencana”. Mientras que, a las 18:00, llegaron a Miguir.
Recién el 21 de octubre, al mediodía, los participantes del raid llegaron a Molleturo, en donde fueron recibidos con alegría y aplausos. Tras su paso por esa parroquia continuaron hacia Naranjal.
El 30 de octubre, diario El Mercurio publicó que los organizadores del raid estaban de vuelta por la ciudad de Cuenca. En el centro se paseó el jeep, mientras que los participantes de la hazaña contaban de lo visto y vivido.
“Dan a conocer que desde Quinuas al Cajas hay un trecho difícil pero no imposible de construirse… Señalan igualmente que desde Cajas hasta Molleturo se distingue por su paisaje pintoresco, salpicando de varias lagunas, lo cual constituye un lugar promisor para el fomento del turismo”, se escribió el 30 de octubre de 1969 en El Mercurio.
Muchos años después, lo escrito en el diario lo verían los choferes y sus acompañantes a través de una vía que terminó por construirse gracias a la presión y la travesía cumplida por un grupo de azuayos. (I)