En política, es fundamental plantearse las preguntas correctas, incluso cuando las respuestas no estén disponibles. Frente a un discurso, surge la interrogante: ¿A quién se dirige? Ante la adjudicación de una obra, ¿A quién beneficia? Ahora hemos aprendido, por ejemplo, que en las consultas, también es relevante cuestionar: ¿Quién está detrás de este tema? Y si se elimina a un partido o movimiento político, no podemos ser ingenuos, es pertinente preguntarnos: ¿A quién le conviene?
Este es el caso de la salida de Construye del registro electoral. Un partido que ha logrado, mediante hábiles alianzas políticas, posicionarse en la derecha del espectro político ecuatoriano, como parte de la bandera del anti-correísmo. En este segmento, comparte un nicho ideológico con el Partido Social Cristiano, que sigue cercano a Jan Topic, con Sociedad Patriótica y Lucio Gutiérrez, con CREO y Guillermo Lasso, y, sin duda alguna, con ADN y Daniel Noboa. De cara al proceso electoral de 2025, mientras menos contendientes existan en este segmento, mejore opción tiene el actual gobernante para agrupar la corriente bajo su bandera.
Hace unos años, se suscitó una discusión similar cuando el Consejo Nacional Electoral, mediante diversos recursos legales, objetó la participación del correísmo en procesos electorales, llegando al punto en que se vieron obligados a hacerlo mediante alianzas que afectaron su posicionamiento, con las conocidas consecuencias en los resultados electorales.
No es trivial el daño que se inflige a la democracia cuando los electores no encuentran una representación de sus ideas y convicciones en las papeletas. Esto inhibe su participación, su eficacia ciudadana y su movilización. Frente a esa falta de representación, aumenta la apatía y la decepción hacia la política. Un sistema político sin partidos y movimientos consolidados termina siendo profundamente perjudicial para la sociedad y su democracia. Por ello, no es insignificante preguntarnos: ¿A quién beneficia el retiro de Construye? (O)
