A más de guardias se requiere seguros. A la Casa de la Cultura le falta presupuesto para servicio de guardianía en el Salón del Pueblo.
El robo y posterior recuperación de una obra de arte, del artista Ariel Dawi, expuesta en el Salón del Pueblo, reafirma la necesidad de reforzar la seguridad para proteger bienes culturales.
Juan Cordero, exdirector de los Servicios Culturales del Banco Central, – cuando esta entidad disponía de ellos-, señala que a mas de constante vigilancia física de archivos, bibliotecas, museos y galerías, sus bienes deben contar con seguros contra siniestros y robos. Así la inversión sea costosa, en caso de pérdida por lo menos se recuperará el costo material.
En la ciudad, instituciones como los museos de Pumapungo, el municipal Remigio Crespo o el de la Universidad de Cuenca cuentan con servicios de vigilancia y seguridad, en los accesos y salas.
En la casa museo Remigio Crespo, además de guardianía las 24 horas, se cuenta con alarmas. Otro mecanismo de seguridad que requieren museos, bibliotecas, archivos y centros de arte son los detectores de humo y alarmas contra incendios.
Una de los requerimientos de la Casa de la Cultura ha sido la guardianía, algo que se ha insistido dentro de la Demanda de Derechos Culturales y en la defensa de presupuestos ante el gobierno central, manifiesta Martín Sánchez, presidente de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay.
No disponer de guardias para cada lugar, como correspondería, motiva a que limite los horarios de atención y la apertura de servicios culturales. Inclusive, en el caso de esta institución, esta es una de las razones por las que se cerró el Museo de Sitio Manuel Agustín Landívar, de Todos Santos, donde están las ruinas del primer molino de la ciudad, establecido por los españoles incluso antes de la fundación de Cuenca.
Es un sitio patrimonial que, si no esta atendido con el personal suficiente y con la seguridad suficiente, abrirlo sería un riesgo para la cultura del país pues en sus reservas hay bienes arqueológicos.
Las cámaras de seguridad son disuasorias aunque no determinantes para impedir un robo. Los presupuestos que se han asignado, especialmente para seguridad y para la compra de equipos tecnológicos, son reducidos.
El año pasado, para seguridad, se asignó un monto de 4.800 dólares, que no alcanzaría para contratar un guardia más allá de unos pocos meses. Para cámaras y elementos similares, que caben en la partida de equipo informático, no hubo presupuesto.
Para este año se espera que existan estas asignaciones. Sin embargo, para el Salón del Pueblo y otros inmuebles sí se cuenta con una empresa que realiza monitoreo y vigilancia fuera de los horarios de atención al público.
El robo de la pintura ha sido un caso aislado y posiblemente no fue al azar, señaló Sánchez, quien agradeció la movilización ciudadana por las redes sociales que, con la alerta del robo, contribuyó a recuperar la obra. Las investigaciones sobre el hecho continuarán y buscaremos los mecanismos para evitar se repitan hechos como este, dijo.(AVB)-(I)
Otros casos similares
Ha habido otros robos en el ámbito de la cultura. La artista Josefina Flándoli recordó que, hace unos años, robaron un cuadro suyo, de pequeño formato, también del Salón del Pueblo. Hay bibliotecas de la ciudad que han perdido y logrado recuperar algunos libros.
Un artista de Cuenca compró hace poco un cuadro ofertado por Internet, pero resultó que era una valiosa pintura colonial, sustraída de una iglesia de Quito.