La prevención en contextos de género requiere de comprensión a la lectura de la
caracterización del agresor, en términos estadísticos y, precisamente revisando los
indicadores de una fuente confiable, encontré valores que indican que un gran número de
femicidas no tienen antecedentes penales y otros tantos, tampoco tienen antecedentes
de violencia. La misma fuente también refiere que en menor número y en comparación
con el indicador anterior, algunos femicidas se quitaron la vida y otros se fugaron.
Mi criterio es que mientras sigamos viendo a la mujer como víctima de un agresor que por
ser “agresor” implícitamente debe tener un “historial de violencia”, estamos
completamente errados. La violencia basada en el género tiene que entenderse como un
acto progresivo que se presenta en distintas modalidades, pero también y en un trágico
momento, la violencia en su máxima expresión es cuando se da muerte a una mujer por el
hecho de serlo o por su condición de género a razón de las relaciones de poder.
En ese mismo contexto, también debemos tener claro que no todo acto de violencia hacia
la mujer se denuncia y, por otro lado, para algunas víctimas, no todo acto de violencia es
categorizado como violencia, esto a razón de diversos factores internos como externos;
entre estos: el miedo, el sentimiento de culpa, la reproducción de estereotipos,
dependencias, desconfianza en el sistema de justicia, acceso igualitario, etc.
No podría jamás restar valor al buen propósito de instituciones públicas y/o de
organizaciones privadas que trabajan en la materia; sin embargo y me ratifico, el pensar
que un potencial femicida es aquel con antecedentes, es limitar la prevención. (O)