La Asamblea Nacional gastará 70 mil dólares para trasladarse, este 25 de junio, a Machala a fin de sesionar en homenaje al Bicentenario de Cantonización de la capital de El Oro.
En teoría, el monto a gastarse entre boletos de avión y viáticos para los 137 asambleístas no perece exagerado. No pocos creerán lo contrario. Pero resulta incomprensible, no solo por el escaso presupuesto de la Asamblea, de acuerdo a las expresiones dichas en su momento por su presidente Henry Kronfle, sino por la crisis fiscal, muchísimo más ante las penurias económicas de los sectores de la salud, educación, inseguridad, si bien son de competencia del Ejecutivo.
Ser congruentes es una lección perdida para la mayoría de los políticos ecuatorianos. La semana anterior, el ministro de Economía, Juan Carlos Vega, previa convocatoria, fue a la Asamblea para describir el destino del primer desembolso (USD mil millones) hecho al país por el Fondo Monetario Internacional. Sus explicaciones no satisficieron a varios legisladores.
Eso está bien. Pero lo mismo podrían exigir los ecuatorianos a los legisladores por pretender gastar USD 70 mil para una estadía de pocas horas en una ciudad, lamentablemente, acosada por el recrudecimiento de la violencia.
Vale insistir, la crítica no va por el monto; peor por restarle méritos y valor cívico a los 200 años de cantonización de Machala. Esta ciudad se merece el saludo de todos los ecuatorianos. Su aporte al desarrollo nacional es invaluable, y por eso mismo no merece ser víctima de grupos terroristas.
Hace falta a la Asamblea un poco de autocrítica, de ubicación; y a los legisladores debería molestarles, ni se diga a los machaleños, el pedido hecho por Henry Kronfle: si están en peligro, “griten sin vergüenza”, entre otros consejos medio tragicómicos.
Emiten un mensaje indeseable, ahuyentador y hasta de ofensa a tan digna ciudad, donde los más son gente de bien, luchadora, trabajadora.