Es connatural al ser humano religarse a ALGO para encontrar apoyo y tener seguridad, y a ALGUIEN que sea capaz de dar respuesta a los interrogantes planteados en lo profundo de su ser. Así de sencillo explica el origen la religión la TEODICEA, ciencia que estudia el fenómeno religioso y su intencionalidad. Y no está mal, porque esta constatación no hace sino reflejar la huella de Dios en el hombre, quien ha sido diseñado para buscarle: “Señor, no hiciste para Ti, y nuestro ser no estará quieto hasta descansar en Ti” (S. Agustín).
Cuando alguien dice que la religión es fruto del miedo del hombre a fuerzas extrañas, tremendas y fascinantes, está diciendo una verdad. Cuando alguien dice que la religión es propia de ignorantes, explicable en los pueblos primitivos, que desaparecerá sin necesidad de combatirla a medida que la ciencia avance, está diciendo una media verdad; porque si bien la ignorancia es el detonante del fenómeno religioso, el hombre siempre será ignorante en muchísimos aspectos, sobre todo, en aquellos que trascienden la realidad tangible, y como “homo viator”, no dejará de buscar la fuente que aplaque su sed de Infinito.
Las religiones, como cualquier otro fenómeno social, han estado presentes desde que el hombre tiene razón, en todos los tiempos y todas las regiones; y, como tales, nacen, crecen y desaparecen. Unas han tenido un alcance inmenso en el tiempo y el espacio, otras han sido más restringidas; pero todas, llevando en sí las “semillas del Verbo”, han ayudado a modelar el carácter de los pueblos.
Quiero ahora aclarar algo de fundamental importancia: Todas las religiones son iguales, pero en cuanto a lo formal, es decir, todas tienen estos cuatro elementos: un dogma (sistema de creencias), una moral (manera particular de conducirse éticamente), unos ritos (forma de relacionarse con la divinidad) y un sacerdocio (individuos que hacen de intermediarios entre el pueblo y la divinidad). No así en el grado de verdad, porque en casi en todas las religiones, lo que prima es la creencia humana, siempre proclive a desviarse; en tanto que, en el judaísmo y cristianismo, el contenido de la fe proviene de Dios. Y siendo así, no hay lugar para dogmas aberrantes en su origen, aunque por ser misteriosos, si den espacio a interpretaciones erradas.
Bueno, pero… ¿qué es lo bueno, lo malo y lo feo de las religiones? Los diré en las próximas entregas. (O)