Recordados compañeros médicos de la promoción 1979, que en este mes de julio cumplimos 45 años de habernos graduado en la facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Cuenca, fecha histórica para nosotros, que me motiva a confesarles, que a veces me pregunto: ¿Cómo será la medicina del futuro de aquí a 10 años? ¿Utopía o distopia? ¿Qué pasará con la medicina y los avances tecnológicos?, ¿será una herramienta para los médicos, o los médicos pasarán a ser un complemento de esos avances?
¿En la medicina del futuro habrá lugar para el humanismo frente a la inteligencia artificial? ¿se puede hablar de “medicina personalizada”, si las consultas son cada vez más cortas? y, ¿si de robótica hablamos, habrá servicio para todos los pacientes?
Cada vez veo más alejada la medicina del ser humano, más cerca del órgano enfermo, abordado con las nuevas tecnologías. No soy, ni podemos ser necios, reconociendo que, los avances tecnológicos son muy buenos, así como los avances farmacológicos (Biológicos contra el cáncer por nombrar alguno), pero cada vez se prioriza menos hablar con el paciente, y revisarlo.
El enfoque semiológico, el preguntar, y “perder ese tiempo de charla” con nuestros pacientes, no sólo para saber que órgano tiene enfermo, sino quién es esa persona que tengo enfrente y está enferma de esto u este otro. Mientras pueda y me den mis fuerzas, seguiré enseñando al que guste, es importante aprender semiología y aplicarla como nos enseñaron nuestros maestros, al lado de la cama del paciente o en sus consultorios.
A los valores que nos enseñaron nuestros profesores (muchos anónimos, para la gran comunidad médica, pero en nuestro fuero íntimo sabemos de quienes hemos aprendido, y a quienes recordaremos siempre), la disciplina en la constancia del estudio, el sesgo y seguimiento de cada uno de nuestros pacientes, le podemos sumar el uso de las más sofisticadas tecnologías, pero creo que el escuchar con paciencia el dolor más profundo del ser humano sufriente será nuestra principal virtud.
Nuestros pacientes precisan para recuperar su salud, más oídos, comprensión y paciencia que sólo TECNOLOGÍA. Si los médicos nos volvemos exclusivamente dependientes de la tecnología, dejaremos de ser médicos; aunque esta sea ahora una de las principales herramientas en todo sentido. Pero si perdemos el HUMANISMO y la relación médico –paciente, habría que reducir los años de formación y especialidad. Será entonces la inteligencia artificial y robótica que suplirán al médico.
Nunca el hombre está más cerca de Dios que cuando se empeña en servir a sus semejantes. (O)