Las estrategias pronto tomarán cuerpo y rebelarán los reales intereses de ciertos sectores políticos.
En pocos días se sabrá cuántos binomios presidenciales quedarán en firme luego de impugnaciones y posibles alianzas.
Algunas tiendas políticas tendrían como meta principal, no tanto ganar el poder Ejecutivo, pero sí obtener la mayor cantidad de asambleístas, o cuando menos los suficientes para no perder su registro en el CNE.
Sin embargo, todo dependerá de la “capacidad de arrastre” de cada presidenciable, si bien los dedos de la una mano sobran para entender cuántos de verdad lo tienen.
De allí se entendería la proliferación de candidatos a la Presidencia de la República; pero, como lo advierten analistas políticos, muchos responderían a un mismo tronco con el objetivo de acumular un gran número de asambleístas, tomarse esta función del Estado y convertirla en el campo de batalla según la amalgama de sus intereses.
En estos días se irá develando otras tácticas relacionadas a consolidar el control del Consejo de Participación Ciudadana, convertido ahora en una guerra de tronos, precisamente para favorecer a un sector político cuyo norte es ponerse la banda de la Fiscalía General.
El país debió quedarse pasmado cuando un vocal del CPC, en sesión efectuada días atrás, se refirió al intento de poner un “narcofiscal”. Y por ello, el proyecto de reglamento para elegir a tan poderosa autoridad es la manzana de la discordia. Será una pelea a muerte.
No menos apetitoso dentro de esas estrategias es tomar las riendas del Consejo de la Judicatura, de cuyo seno saldrán los nuevos jueces y conjueces para la Corte Nacional de Justicia.
Cabe también la estrategia de encargar o no el poder por parte de Daniel Noboa; igual la urdida, si esto ocurre, teniendo ya la dirección de la Asamblea, cuyo presidente renunciará para ser candidato. Esta última ¿otra táctica “científicamente” calculada?
Juego de estrategias, ¿o de trampas?