El poder de la disciplina

Cecilia Ugalde Sánchez                                        @ceciliaugalde

La disciplina es, sin duda, una de las habilidades más difíciles de cultivar porque requiere sacrificio, esfuerzo y, casi siempre, renunciar a esos placeres inmediatos que nos tientan todo el tiempo. Sin embargo, son precisamente esos sacrificios los que nos acercan a nuestros sueños, y posiblemente lo que nos hacen que los valoremos más, porque seamos sinceros, la satisfacción de conseguir algo con esfuerzo y disciplina es superior a aquello que nos cae del cielo. En todo caso, la disciplina no es un acto de privación, sino un acto de construcción, una inversión en el futuro que nos permitirá disfrutar de logros que, sin ella, serían inalcanzables.

Como Jim Rohn dijo: «Todos debemos sufrir uno de estos dos dolores: el dolor de la disciplina o el dolor del arrepentimiento». Y es que la vida nos mantiene enfrentados a la elección constante de esforzarnos y hacer lo necesario para alcanzar nuestras metas o la frustración de no haberlas alcanzado.

Y no solamente no alcanzamos nuestras mentas, sino que el arrepentimiento se convierte en un peso que arrastramos, en una sombra que nos persigue con la pregunta constante de «¿Qué hubiera pasado si…?».  El arrepentimiento surge cuando nos damos cuenta de que las oportunidades han pasado y que lo que queríamos está fuera de nuestro alcance porque no tuvimos la disciplina de trabajar por ellas cuando era necesario.

Entonces, podemos optar por el esfuerzo diario de la disciplina, que, aunque exigente en el presente, nos permite vivir sin lamentos el futuro sabiendo que hicimos todo lo posible para alcanzar lo deseado, o podemos evitar el trabajo duro y arriesgarnos a enfrentar el dolor más duradero del arrepentimiento, ambos caminos son dolorosos, pero solo uno nos lleva al éxito. (O)