La dignidad en el trabajo y el derecho a la estabilidad laboral son la base sobre la cual se construye una vida decente y equitativa. No olvidemos que estos son principios fundamentales que han sido conquistados a lo largo de décadas de lucha social.
El derecho al trabajo digno está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, principio que ha sido adoptado y desarrollado en varios tratados internacionales y constituciones nacionales como la nuestra, reconociendo que la estabilidad laboral es crucial para la protección de los derechos de los trabajadores.
Y no son solamente las autoridades, y trabajadores, sino los empleadores quienes tienen una responsabilidad crucial en la defensa y protección de los derechos de sus empleados, responsabilidad que va más allá de la mera obligación legal. Mientras que las leyes establecen un marco de protección, es la decencia y la ética del empleador lo que debe guiar su conducta. La verdadera integridad de un empleador se manifiesta en su compromiso genuino de proteger los derechos y el bienestar de sus trabajadores, asegurando que estos principios se reflejen en cada aspecto de la relación laboral, más allá de las exigencias legales mínimas.
Así pues, la estabilidad laboral es esencial porque proporciona a los trabajadores la seguridad de que su medio de sustento no será arbitrariamente amenazado. Esto no solo contribuye al bienestar económico de los trabajadores y sus familias, sino que también les permite planificar su futuro y participar activamente en la vida social y política de sus comunidades. Además, un entorno laboral estable fomenta la lealtad y el compromiso de los empleados, lo que a su vez mejora la productividad y la unión dentro de las empresas.