A mi familia y a mí se nos ocurrió un compartir lejos de casa y decidimos sin planificación alguna dar un paseo fuera de la ciudad. En algún tramo se empezó a percibir un olor chamuscado bastante desagradable, aunque no muy concentrado; a los lados y entre pena y disgusto, visualizamos un marcado contraste de colores de una verde esperanza a un negro ignorancia.
Y es que, si bien el Código Orgánico Integral Penal tipifica el daño a la naturaleza como un delito, no basta con sanciones acorde a la responsabilidad penal; a la tierra la cuida el ser humano y la misma naturaleza hace lo suyo, pero si el mismo ser humano destroza su casa madre ¿Quién repara el mal ocasionado? Un mal que toma años en regenerarse y un mal que implícito, tiene la misma naturaleza que aferrarse a sí misma.
Creo yo que ante atentados de semejante magnitud como son los incendios forestales PROVOCADOS por la mano humana, no deben existir contemplaciones benévolas; y, frente a las condiciones actuales de los ríos y lagos, mar, aire, montañas y demás, debería germinar ya, en todos los cohabitantes de este planeta, un activismo ambiental en contextos de preservación de vida.
Así como nos permitimos ganar por la corrupción y la violencia; así mismo, nos están ganando estos destructores ambientales. La ignorancia NO exime de responsabilidad penal en materia ambiental. (O)