El Atlas de Arquitectura Vernácula del Azuay y Cañar (Tomo II) documenta los procesos de construcción de inmuebles en estas provincias durante las décadas de 1970 y 1980, y refleja los saberes ancestrales que son patrimonio de sus pueblos.
Las autoras del libro son Andrea Calle, Julia Tamayo y Verónica Heras, arquitectas, junto con Genoveva Malo, diseñadora. Este texto tiene como objetivo reconocer, valorar y analizar los atributos de la arquitectura vernácula.
La obra presenta una muestra gráfica de edificaciones, mapas de ubicación y detalles constructivos, expresivos y materiales. Es el resultado de una investigación hecha en 1978 y contrastada con datos de 2016.
Este atlas pretende mostrar este patrimonio como legado de generaciones pasadas expresado en construcciones vernáculas. Es un referente para profesionales de la arquitectura, constructores, albañiles y estudiantes.
Construcciones de arquitectura vernácula, consideradas patrimonio de los pueblos
La arquitectura vernácula se refiere a las construcciones tradicionales diseñadas y construidas por las comunidades locales utilizando materiales y técnicas autóctonas, adaptadas a las condiciones específicas de cada región.
Para Patricio Ullauri, arquitecto e investigador en patrimonio, la arquitectura vernácula se caracteriza por su sustentabilidad, economía y estética, que la han posicionado como una alternativa frente a la arquitectura industrial.
«Este tipo de arquitectura es una muestra de la sencillez constructiva, que aprovecha al máximo los espacios y materiales, y está diseñada de manera que armoniza con el paisaje…», detalló.
Investigación sobre arquitectura vernácula de los pueblos de Azuay y Cañar
Patricio Muñoz, arquitecto e investigador, tiene una serie de cuadernos de trabajo de esta arquitectura, que ahora son parte del archivo del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP).
Muñoz identifica esta arquitectura como popular y define sus características culturales como anónima y tradicional, desarrollada por el pueblo, y emplazada en áreas abiertas, preferentemente rurales.
Según Muñoz, es una evidencia de la relación entre la forma de vida y la solución arquitectónica, que refleja de manera auténtica la vida campesina. Surge del propio suelo y se integra como un elemento más del paisaje.
En cuanto a las características constructivas de esta arquitectura, se destacan materiales como piedra, madera y arcilla, entre otros, que se adaptan al medio.
Concluye que la arquitectura vernácula «es una expresión de la identidad de una comunidad, que refleja el valor del modo natural y tradicional en que han construido su propio hábitat…».
Este tipo de arquitectura tiene sorprendentes ejemplos de eficacia constructiva, integración y máxima armonía con el entorno, sencillez expresiva y funcional.
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