Es un nombre conocido, aunque diría también poco común. Puede ser una acción constante para muchos, aunque algo tergiversada. Es sobre todo el amor mismo, en un sentido moderadamente desconocido.
No es precisamente el significado que se brinda en los diccionarios. Caridad: actitud solidaria con el sufrimiento ajeno; limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados; tratamiento usado en ciertas órdenes religiosas…
Es muy probable que la mayoría de lectores guarden estas primeras definiciones como las principales en su mente cuando se les pregunta qué es caridad. Pero para usted, ¿Qué es la caridad?
Se trata de una virtud, y como tal, su camino va hacia la bondad, con la fuerza para hacer que exista un ideal. No es acción, pero ejecuta una voluntad por el mero hecho de poseerla. Al vivir con esta virtud en el interior, nos disponemos a marcar una forma de vida. No sé si una virtud podría llegar a la dimensión de filosofía de vida, pero sin duda, una virtud o varias, guían y señalan el estilo y consecuencias que tendremos en nuestro turno existencial.
Entonces, entregar limosna es un acto de bondad, con un beneficio moral para quien la da, y un beneficio en distintos ámbitos para quien la recibe. Pero hay un efecto más abstracto, una transacción poco obvia a la vista y que tampoco se muestra en la mano tendida ni en la moneda compartida. Es la emanación de una virtud de amar al prójimo la que brota de este tipo de acciones.
De esta opción de amar al prójimo, deriva más amor. Pues todo cuanto hacemos por el otro, ha de hacerse como para uno mismo. Y si en cada uno de nosotros está Dios, obraremos siempre dando lo mejor con miras a encontrarlo a Él. Al interiorizar esa presencia de Dios y reconocerlo en cualquiera persona a nuestro lado, se anhela su bienestar individual. Se cumple con el nuevo mandamiento de amarse los unos con los otros como Él también nos amó.
La expresión “por caridad” equivale a un “por amor a Dios,” pero va más allá de la clemencia, es más bien una guía espiritual de buscar el bien de los demás a través de cada pequeño detalle en todo cuanto hacemos. Quizá ahora se pueda entender por qué pedimos un aumento en la virtud de la caridad. Es una vida benevolente que reconoce un amor infinito a Dios y al prójimo gracias a ese mismo amor a Dios. (O)