Los efectos de la sequía se reflejan no solo en la carencia, cada día más preocupante, de la falta de agua potable en varias ciudades; también en el sector agropecuario y ganadero, y en otros claves de la economía con los inminentes cortes de energía eléctrica.
La carencia de lluvias ha descubierto, una vez más, la poca proyección de propuestas encaminadas a ampliar la dotación de agua desde las fuentes originales, también afectadas por la deforestación, la ampliación de la frontera agrícola y hasta de la explotación minera, ilegal o no.
En varios cantones azuayos “las están pasando muy mal” por no hacer esas previsiones, mientras crece la expansión urbana. Aumenta la demanda de agua potable y de otros servicios básicos, no así la dotación.
Si ahora piensan en tales proyectos, no tienen los recursos económicos suficientes.
En estos días, ganaderos y agricultores expresan su preocupación por la carencia de pastos para los animales y del agua para regadío.
Amplias zonas ganaderas de la provincia lucen entre grises y medio amarillentas, los colores de la sequía. Por ríos y quebradas corren apenas unas “lágrimas de agua”.
Los ganaderos, ya lo han expresado, se verán obligados a comprar guineo no exportable en las haciendas bananeras de la costa para alimentar a los animales.
Las cementeras, así sean pequeñas parcelas, languidecen. La poca producción se encarece en los mercados, consecuencia también de la especulación.
El Gobierno anuncia un apagón general en todo el país durante la noche de este miércoles, para efectuar mantenimientos preventivos en todas las instalaciones del Sistema Nacional de Transmisión y redes de distribución de energía eléctrica.
Cuántas cosas podrán ocurrir en tremenda oscuridad, independientemente de las pérdidas económicas. ¿También se aplicará tan dura medida, aunque necesaria, a las grandes mineras?
Terrible época nos ha tocado vivir. Sin agua no hay nada. ¿Lo entenderemos?