“Nada bajo el cielo sin un propósito”, leí o escuché en algún espacio y vuelve a mi memoria tras contemplar alrededor de cien fotografías sobre motivos de Cañar circunscritos en un tiempo específico, captadas y peremnizadas por lo sensibilidad de Rigoberto Navas, multifacético artista: escultor, pintor y fotógrafo, imágenes recopiladas en una elegante publicación de la Universidad Católica de Cuenca: “Cañar desde la mirada de Rigoberto Navas 1940-1960”
Pienso que la fotografía, a más de su propuesta estética, cumple también un propósito testimonial en la medida que perenniza en imágenes detalles de un paisaje geográfico o social con abundante información que cada espectador interpreta con las herramientas que confieran su sensibilidad y conocimiento del motivo retratado de su entorno y trascendencia, porque cada fotografía es una historia, como la imagen del padre Ángel María Iglesias presente en algunas de estas fotografías que, en lo personal, me lleva a la década del 60, cuando era un referente de una iglesia comprometida con las aspiraciones del sector indígena que encontraba en su pastor, en su mensaje y en su convento, oídos, esperanza y un espacio de afecto y acercamiento humano tan esquivos a su condición. Las veces que lo visité en la curia cantonal, siempre le encontré acompañado de indígenas que se sentían cómodos participando, sin distingos, de su generosa acogida, atenciones y bondadosa charla.
Cada fotografía tiene su lectura estética y testimonial de un paisaje rural o urbano, humano, de una arquitectura vernácula o tradicional, de historia y arqueología, de religiosidad, educación, artes y artesanías, de conmemoraciones, festividades y folklore, de convivencia e integración, lo que dice mucho de los valores de un artista que asumió un propósito con integridad. (O)