Incendio mata a apagón

Caroline Avila Nieto @avilanieto

Es mi anhelo personal que quienes enfrentan la tragedia de haberlo perdido todo a causa del incendio en Quito encuentren no solo la solidaridad de sus vecinos y vecinas en este momento de urgencia, sino también la manera de recuperarse económica y emocionalmente de esta dolorosa situación. Los incendios forestales son parte de la capacitación del cuerpo de bomberos porque se sabe que pueden ocurrir por descuido humano o como consecuencia de prácticas ancestrales. El fuego regenera, pero también, descontrolado, causa consecuencias desastrosas como las que estamos viendo en el Austro ecuatoriano y ahora en la provincia de Pichincha.

En la evaluación de la tragedia, cuando la temperatura haya bajado y las revoluciones estén más lentas, deberá tomarse en cuenta no solo la fragilidad de la atención en territorio, la capacidad de respuesta y la cultura de prevención, sino también las motivaciones para que algo tan articulado se esté presentando. No es casualidad que la conversación digital haya sido rotunda al percibir que Quito estaba bajo ataque.

Hace unos días, los servicios de escucha social de Golden, a través de la empresa de estrategia Content, presentaron un análisis sobre la percepción de responsabilidades ante la crisis hídrica/energética que atraviesa el país. Básicamente, querían evaluar cómo la gente asignaba las culpas de los apagones: si a San Pedro o al gobierno de Daniel Noboa. El resultado fue que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por hablar del estiaje y de las condiciones climatológicas en general, fue su falta de capacidad de prevención, la poca transparencia y el doble discurso lo que lo hizo merecedor de la responsabilidad. Para la gente, la culpa fue de Noboa.

«Si no te gusta la narrativa, cámbiala», dice el conocido refrán que los comunicadores de Carondelet aplican bien. Por ello, se sabía que algo fuerte y generalizado podía contribuir a cambiar una conversación tan negativa como la de los apagones y, por supuesto, capitalizar la imagen del Ejecutivo en el rescate de las y los quiteños.

El incendio, claro está, cambia la narrativa.  El gobierno tiene una ventana para reorganizar su equipo y enfrentar de mejor manera el estiaje que continúa, muy a pesar de las víctimas que deja la tragedia de Quito.  (O)