De ninguna manera. Sin embargo, en situaciones como la actual, las empresas que se dedican a la comercialización de generadores y otros equipos que proveen energía pueden estar aprovechando la coyuntura, similar a lo que ocurrió durante la pandemia con las farmacéuticas y el negocio de las vacunas, pruebas de COVID y otros insumos médicos. Y es que cuando de análisis de la oferta se trata, la capacidad de los productores de incrementar y reducir la cantidad ofrecida no depende únicamente de las variaciones de los precios, sino de factores como los costos de almacenamiento, la capacidad de sustitución de insumos y el tiempo. Efectivamente, si consideramos a la energía como un bien económico, que puede ser comprada y vendida, los consumidores pagan por la cantidad de energía que consumen, pero esa energía tiene límites en su disponibilidad, las fuentes de energía hidráulica se vuelven recursos finitos y se enfrentan a restricciones de oferta. Y esta energía a su vez se vuelve insumo y materia prima básica para producir otros bienes/servicios.
En este sentido, la producción de casi todos los bienes económicos que se transan en nuestro país, depende de este tipo de energía, y dada su escasez actual, es natural que los precios de los bienes aumenten. Pero el análisis no puede detenerse ahí. No estoy de acuerdo en que el desequilibrio que sufre el ingreso y el costo en la empresa tenga que equilibrase a costa del empleo. La mayoría de empresas quieren repetir la historia del confinamiento, que, para mantener la tasa de ganancia, optan por despedir trabajadores, lo que reduce la masa salarial mientras los beneficios empresariales podrían permanecer intactos. ¿Por qué no pensar en formas creativas de modalidad de trabajo que puedan evitar el desempleo y sus consecuencias más graves?
Además, resulta preocupante que hoy se revele que grandes empresas consumen energía del sistema público en grandes cantidades, pero pagan por ella precios significativamente más bajos. ¿No es momento de revisar esta política de precios? Desmonopolizar la industria energética y fomentar la inversión extranjera en fuentes renovables podría ser una solución para equilibrar la oferta y la demanda, a la vez que generamos un sistema energético más sostenible y justo. (O)