La cátedra de Mónica Palencia

Gerardo Maldonado Zeas

La soltura y solvencia de Mónica Palencia durante el juicio político patrocinado por el correísmo, demostró que es una profesional de las mejores en el gabinete del presidente Noboa.

En este deporte nacional de la oposición legislativa con todos los gobiernos, para procesar políticamente a ministros, convertidos en fusibles de la gestión presidencial, no se ha escatimado esfuerzo en denigrar a funcionarios, dejando a un lado las mínimas buenas costumbres que deben tener quienes están llamados a legislar y fiscalizar.

El caso de Paola Cabezas es la muestra más clara de la violencia verbal y kinestésica a la que puede llegar una odiadora, al no separar sus pasiones personales, con las acciones profesionales, porque finalmente su función como asambleísta al acceder a una curul por votación popular debería ser la de cumplir un papel con cánones de conducta positiva.

Ella la protagonista principal del relajo de la Asamblea, quien interrumpe, insulta, molesta a los colegas, hace malas señas y grita sin miedo, pretendió mancillar a Palencia, siendo arrastrada en la confrontación de ideas y argumentos. Su perfil pendenciero hace que el jefe de Bélgica le designe para hacer todo el trabajo sucio, y por eso el juicio político fue un juego de trampas, con violaciones al debido proceso, que conlleva a la deslealtad procesal y la oscuridad en la formulación de las acusaciones.

Queriendo meter la mano, tal como ya lo hizo Pamela Aguirre en la Comisión de Fiscalización, al tratar de forzar pronunciamientos como el del prófugo Ronnie Aleaga, intentaron incluir a última hora pruebas no anunciadas con la consiguiente corrida de guiones que nunca fueron el corpus del proceso. Se notó una distancia considerable entre la preparación de la ministra y la de los interpelantes; soportando la información que sirvió para su defensa en fuentes confiables y reales, Palencia dio cátedra a Cabezas, con cifras claras demostrando la disminución de los índices de violencia en el Ecuador.

Capítulo aparte merece el tema de la embajada de México. La detención de Glas era el pretexto principal sobre el cual el correísmo, al inicio, marcó el camino para el enjuiciamiento. Después apartaron la causa porque no les convenía, al no tener argumentos sobre un asilo político no oficializado, y con eso como la ministra dijo “abandonaron al compañerito”.

Van dos ministras, Gabriela Sommerfeld y Mónica Palencia a quienes la Asamblea Nacional no logró juzgarlas. Dos damas de altura, gran capacidad y fervor para defender sus convicciones y gestión a favor de un país sumido en una crisis arrastrada con muchos años a cuestas.

Tres temas muy claros. La indisoluble unidad del correísmo con el PSC, que al final son lo mismo; la reflexión de Construye para la abstención en la votación; y la mentira de Paola Cabezas, que tal como anunció debería estar ya en su casa al no haber podido destituir a Mónica Palencia, con los cual ensalzó su prepotencia y se burló una vez más del país. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba