Hace pocos días celebramos el siglo de existencia de El Mercurio que mantiene el compromiso fundacional de servir a Cuenca a la región y a la patria misma, honrando la misión de quienes le concibieron, y lo hace con lealtad a los principios de informar sobre la vida de la comunidad, sus avatares, problemas y soluciones, los fracasos y desafíos asumidos para superar los quiebres y seguir adelante construyendo el bien común.
En medio de las circunstancias críticas de esta época cabe acendrar la libertad de pensar, de decir y comunicar sobre los acontecimientos que interesan a todos, precisamente para saber a qué atenernos, por eso la trascendencia de la prensa escrita que diariamente nos pone en conocimiento de los hechos que son de interés comunitario, esa es la función insustituible de los medios de comunicación, hoy ampliados de manera espectacular por el internet y los aportes de la ciencia y la tecnología en cuyo dominio El Mercurio está al día sin descuidar, pese a la limitaciones del mercado su compromiso con la comunidad de seguir manteniendo con perspectiva de futuro la prensa escrita que es como le conocemos y apreciamos en la excelencia de su servicio periodístico.
Al respecto, el otro día nomás me dijo el historiador y amigo Rafael Cordero Aguilar al comentar uno de mis artículos sobre su centenario: “¡Que bueno el homenaje a El Mercurio, y muy justo! Quito no tiene prensa propia, Cuenca sí” Debemos reconocer que la continuidad de la historia si bien debe contar con los medios digitales, la prensa escrita es fundamental porque registra físicamente la vida misma que hemos construido como sociedad, pensemos en Nínive o Machu Picchu a más de sus restos, esa palabra escrita las conserva, gráficamente, en la memoria de las generaciones a venir. (O)
