La medicina asomó de las universidades medievales junto con la filosofía, la jurisprudencia y la teología; no obstante, a diferencia de éstas y otras disciplinas que emergieron después, la ciencia médica se desarrolló tanto que impuso atributos cambiantes a quienes la ejercen, tanto es así que algunos conocimientos van desechándose por obsoletos, perdiendo su importancia original hasta que ahora suele mirar a los médicos como apéndices de las tecnologías de punta, por ello que a los hospitales se les puede ver sin médicos pero no sin aparatos.
El enclaustramiento del médico en la ciencia y la tecnología y su experiencia en la enfermedad y la muerte, a contrapelo de lo que se cree, le hace más sensible y más humano, hasta buscar refugio en universos más amplios como la política y la sociedad, las ideologías y la historia, el arte y la belleza… Los galenos se hicieron más humildes y aceptaron que su profesión no está fuera de la sociedad ni de la historia, sino dentro de ellas, y que las más de las veces depende de una serie de fenómenos externos.
El médico es un ser que se ha sensibilizado del dolor del paciente y se alivia de sí mismo al transcribir sus experiencias impresionables. Ha encontrado en el arte y la belleza no sólo para cumplir con la sentencia de Hipócrates sobre que “La medicina de todas las artes, es la más noble…”. La actividad de curar es una combinación de ciencia, filosofía, humanismo y arte, dentro de esta última está la poesía. Así lo hicieron a nivel universal John Keats, en el país Eugenio Espejo y en la ciudad Agustín Cueva, a quienes les siguieron miles de discípulos, una mayoría en el anonimato haciendo de ella catarsis para liberar sus emociones y reflexionar sobre la condición humana.
La Clínica Santa Ana, esta vez presidida por el Dr. Pablo Arizaga R., ha salido del cenobio de la ciencia a la palestra de la cultura y el arte. Como homenaje a la Independencia de la Capital de la Paz y la Poesía, ofreció una velada artística con el filarmónico David Vásquez J. y la palabra dulce de los doctores Pablo Ledesma N. y Manolo Maestre G., quienes leyeron sendos poemas de su cerco sentimental. Como dijo el filólogo y crítico literario, Jorge Dávila Vásquez: “son unos poetas”. Dejo para el fisgoneo del público la lectura de sus poemas en el tríptico Clínica Santa Ana, Torre I, y en otras recopilaciones. (O)