Menudo entresijo legal vive el Ecuador a pocas horas de haber comenzado, de manera oficial, la campaña electoral.
Sorpresivamente, el presidente-candidato Daniel Noboa decide encargar la Presidencia de la República, no a la Vicepresidenta Verónica Abad, legítimamente electa y en plenas funciones, sino a quien él, por su cuenta y riesgo, la designó de manera provisoria.
Nos referimos a Cynthia Gellibert, quien, según el Decreto Ejecutivo emitido en las primeras horas de este martes 7 de enero de 2025, estará al frente de la presidencia desde este jueves hasta el próximo domingo.
Durante tan corto plazo, Noboa podrá hacer campaña electoral, si bien, de acuerdo al Decreto, él “se ausentará temporalmente por fuerza mayor”, un eufemismo hasta medio risible.
Un encargo por tres días. Un formalismo poco serio de tomar la política y hasta de minimizar a sus oponentes.
Durante los 33 días de la campaña, el país podría estar abocado a similares decisiones, es decir, otros encargos por pocas horas, algo no contemplado ni en la Constitución ni en el Código de la Democracia.
Ejemplo. Cuando vaya al debate, ¿irá como candidato o como presidente?
Tendremos un presidente-candidato gobernando por unos pocos días, otros tantos haciendo proselitismo, cuando lo lógico, sobre todo lo legal y ético, era pedir licencia sin sueldo, en cuyo caso debió encargar la presidencia a Abad, le guste o no, y hasta de asumir los riesgos de la desconfianza en ella.
Aquella resolución polémica, según se destaca en el mismo Decreto, se deriva tras el comunicado emitido por el CNE. Los servidores públicos en ejercicio de sus funciones tienen la prohibición de “inducir al voto a favor de una determinada preferencia electoral”, dijo el organismo.
Mejor sería si le hubiera recordado: debe pedir licencia sin sueldo; pero no, el organismo electoral actúa de manera laxa, abstrayéndose de ser árbitro en la materia, aunque no tenga la última palabra.