Eso es lo que necesitamos en este país, límites para que el abuso de poder, el trato violento, discriminatorio, el autoritarismo que ralla en lo dictatorial pare, límites éticos y morales, no de esos que censuran cómo nos vestimos las mujeres o las expresiones de afecto en la calle, sino esos que cuestionan prácticas fascistas.
Necesitamos límites que vayan más allá de discursos moralista e hipócritas, límites claros que separen los poderes estatales, donde se respete el poder judicial y las decisiones que de esta institución viene. Límites al Ministro de Defensa, a su indolencia y prepotencia, que cuestiona y amenaza -en cadena nacional y con escolta militar- a la Jueza Tanya Loor por declarar que 16 militares son culpables de la desaparición forzada de los 4 adolescentes de Guayaquil.
Definitivamente debemos poner límites a las decisiones presidenciales que están sobre la Constitución y el Código de la Democracia, como asignar a dedo una vicepresidencia que no ha sido electa por el pueblo. Decisiones dictatoriales que rebasan las condiciones para llamarnos un Estado democrático y de derechos. El respeto por sobre el debido proceso debe ser el principal limite en la actuación de un presidente, porque el país no es su hacienda, y aquí no el feudalismo no cabe. (O)
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