Estados Unidos en virtud de su autonomía y soberanía para fijar una politica migratoria y estatus de legalidad, ha empezado un proceso de deportación de migrantes que no cumplen con estos requisitos, lo que ha generado crisis de los derechos de los migrantes, enviados de regreso a sus países de origen, países de donde migraron precisamente por que enfrentaban condiciones de pobreza y violencia.
Los países de origen tienen la obligación moral y legal de recibirles, sin embargo, no están preparados para hacerlo, no tienen recursos, ni infraestructura, ni políticas de reintegración. Es inaceptable que los países de origen no asuman su responsabilidad de proteger a sus ciudadanos migrantes deportados.
Es hora de que los gobiernos asuman su responsabilidad y trabajen juntos para encontrar soluciones. Los derechos humanos de los migrantes no pueden ser ignorados. Es momento de actuar no solo con justicia, también con compasión. Es un derecho de los migrantes ser recibidos en su país de origen, así lo establecen los tratados internacionales y la legislación interna de cada estado. Es además, un deber moral recibir a los compatriotas deportados.
Esta situación no pasa por un debate en ideologías políticas, es un asunto de respeto a los derechos humanos que debe ser solucionado por los canales diplomáticos. Los prejuicios ideológicos no pueden estar por encima del bienestar de la gente, los prejuicios ideológicos no pueden estar por encima de las necesidades políticos-económicas que los países de América Latina, necesitamos un mínimo nivel de entendimiento con el principal socio comercial que es Estados Unidos, lo contrario termina en perjuicio de los ciudadanos. (O)
