Serenidad

Los resultados de las elecciones generales realizadas este domingo revelan un país electoralmente dividido.

Los medios de comunicación grafican con los colores de los dos movimientos finalistas las provincias en las cuales ganaron.

El gráfico habla por sí solo. Pero esa es la voluntad popular.

Los resultados confirmarían la polarización política entre las  tendencias finalistas, cuyos primeros signos fueron sintomáticos desde el comienzo de la campaña electoral.

Bien pueden polarizar mucho más a la sociedad ecuatoriana. Dos extremos irreconciliables luchando con todo y contra todo por hacerse del poder. Para uno de ellos, incluso hasta es cuestión de vida o muerte; para el otro, de sobrevivir en él.

Empero, el problema mayor de ese enfrentamiento es, como ya se avizora, la discusión enconada, violenta a ratos, ciega por lo general, entre partidarios de los dos finalistas.

En ese marco frágil, peligroso, puede pasar de todo. Ya es visible en las redes sociales, alimentadas de manifestaciones biliosas de impredecibles consecuencias.

En reuniones familiares, de amigos, en grupos de WhatsApp, se pide hablar de todo, menos de política, peor de los resultados de la primera vuelta, para evitar enemistades, discusiones altisonantes y, quien lo sabe, hasta agresiones físicas.

Ahora mismo ya se ve, se lee en ese mundo digital, cierta animadversión, con epítetos de por medio, entre costeños y serranos y de la región oriental.

Cualquier opinión contraria al candidato de su preferencia es asumida como ataque, como venganza, como de ser dueños de la verdad, de los destinos del país.

Vale, entonces, abogar por mantener la serenidad, la sensatez; actuar y pensar con inteligencia para saber discernir, debatir, en especial quienes no votaron por los finalistas, anularon el voto o lo hicieron en blanco.

La lucha política no puede volverse fratricida, intolerante, así haya quienes la induzcan. Reiteramos Serenidad, ante todo.

REM

REDACCION EL MERCURIO

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