El dolor invisible de niños afectados por femicidios en Ecuador

El primer femicidio de 2025 en Azuay dejó a una joven muerta y su hijo huérfano. Un estudio de ALDEA y UNICEF revela que 1,846 menores quedaron huérfanos por femicidio entre 2014 y 2024.

La semana anterior, se registró el primer caso de femicidio del 2025, en la provincia del Azuay. Uno joven de 20 años murió estrangulada, aparentemente por su padrastro, en la parroquia Ludo del cantón Sígsig.

Como consecuencia, un niño de apenas tres años quedó en la orfandad. Mientras que, el padrastro de la joven que fue detenido recibió orden de prisión preventiva.

Tras los crímenes en los que mueren madres de familia quedan muchas interrogantes, una de estas es qué pasa con los hijos.

La Fundación ALDEA, en colaboración con UNICEF Ecuador, presentó en diciembre 2024 el estudio «Esperando el verano: trayectorias de los niños, niñas y adolescentes víctimas de femicidio en Ecuador», una investigación que visibiliza los efectos devastadores de la violencia de género en las infancias y adolescencias ecuatorianas.

La investigación abarcó datos sobre un periodo de 10 años (2014-2024) y recopiló datos sobre 151 niños, niñas y adolescentes, incluidos 130 hijos e hijas y 21 hermanos y hermanas de víctimas de femicidio en 76 familias de 15 provincias del país, incluyendo Azuay. Sin embargo, el trabajo se centró en zonas con alta prevalencia de femicidios, como Guayas, Manabí y Los Ríos, así como en comunidades alejadas de la Amazonía, ofreciendo una perspectiva integral del fenómeno.

El estudio describe las diferentes etapas del proceso que enfrentan los niños, niñas y adolescentes tras la pérdida de sus madres o hermanas.

El femicidio, como expresión más extrema de la violencia de género, deja profundas heridas en la infancia y adolescencia. Los impactos emocionales, económicos y sociales son alarmantes.

Geraldina Guerra y Nicoletta Marinelli, autoras del informe, destacan la urgencia de generar conciencia sobre esta problemática y fortalecer los mecanismos de protección y reparación para la niñez afectada. El estudio es un llamado a las instituciones, organizaciones y a la sociedad en general para trabajar hacia una sociedad libre de violencia.

Los menores de edad

La información sobre hijos en orfandad por femicidio es escasa e incompleta. A continuación, se presentan los datos que organizaciones de la sociedad civil han logrado recopilar sobre hijos en orfandad. Desde 2014 hasta mayo de 2024 se registraron 1.846 hijos (niños, niñas y adolescentes) en orfandad por femicidio.

Casos

De 151 niñas, niños y adolescentes impactados por femicidio (muestra del estudio), en las 76 familias consultadas, el mayor número (50) tenía entre 6 y 10 años al momento del delito. En 49 casos tenían entre 0 y 5 años, y en 46, tenían entre 11 y 17 años.

En 6 casos, la información de la edad no se registró; esto puede explicarse porque, en las entrevistas, algunos familiares prefieren no decir algunas cosas por temor o porque no se acuerdan exactamente de los datos.

Con respecto a la edad actual de las niñas, niños y adolescentes se encuentra que 21 ya son mayores de edad. Esto se debe a que algunos de los feminicidios ocurrieron hace casi una década.

Sin embargo, 71 niñas, niños y adolescentes tienen entre 11 y 17 años, es decir, se encuentran en su adolescencia o preadolescencia. Además, 41 tienen entre 6 y 10 años de edad, y 16 tienen entre 0 y 5 años.

Relato de madre de víctima

“Mi nieto D. está en plena adolescencia y se ha vuelto muy rebelde, lo cual me preocupa mucho porque sé que está sufriendo por dentro.

Varias veces ha dicho que va a buscar al asesino de su madre y que lo va a matar, lo cual me asusta mucho. D. tenía 9 cuando su madre fue asesinada y ahora tiene 17 años. Intentó suicidarse hace un par de años y me tiene muy preocupada por cómo ha cambiado su comportamiento.” (Entrevista a madre de víctima de femicidio, en mayo de 2024)

Quién cuida a los niños huérfanos

Uno de los aspectos trascendentales en la vida de niños, niñas y adolescentes víctimas de femicidio, después del delito, es la persona que asume su cuidado y custodia. Este aspecto es especialmente importante en casos de femicidio.

“¿Qué pasa con los huérfanos víctimas de femicidio? Niños abandonados, niños que en muchos de los casos vendrían a ser un arrimado más, de pronto en una casa que carece de recursos para la sostenibilidad y la manutención para cada uno de ellos.” (Relato de familiar de víctima de femicidio).

De los datos obtenidos, se observa que, principalmente, los menores están a cargo de una persona de la familia materna o de su propio padre cuando no es el femicida.

En su mayoría son abuelas o tías maternas quienes velan por su cuidado. Llama la atención que, durante las entrevistas, el 14% de las familias consultadas no quisieron comentar nada sobre quién se ocupa de las niñas, niños y adolescentes.

Esto puede explicarse por miedo a que haya sanciones por algo que ocurre dentro de la familia: a veces, si son varias niñas, niños o adolescentes, suelen “turnarse” para el cuidado, y no tienen un lugar fijo para vivir. Frente a ello, prefieren callar y no explicar con tanto detalle la situación.

Abuelas maternas quedan al cuidado

Luego de la ocurrencia del femicidio, casi siete de cada 10 queda bajo el cuidado y responsabilidad de una sola persona. Un 16 % está a cargo de dos personas, y un 3 %, a cargo de tres personas.

Una de las características más evidentes tiene que ver con la importancia del cuidado proporcionado por las abuelas maternas. De las familias encuestadas, casi la mitad (46%) de niñas, niños y adolescentes quedaron bajo el cuidado de ellas. De estos, el 29% está actualmente bajo el cuidado exclusivo de la abuela materna, mientras que en el 17 % de los casos la abuela comparte el cuidado con algún otro familiar. También encontramos que, en cuatro casos, quien quedó a cargo fue el abuelo.

Como expresó una de las informantes, “las abuelas cambian de rol, pasan a ser madres de sus nietos”. Numerosos son los testimonios de abuelas en este sentido.

Yo no tenía responsabilidad, yo era abuela. Es como volver a empezar, pero más difícil”.

Una abuela modifica toda su vida cuando existe un femicidio de alguna de sus hijas y quedan nietos de por medio”.

Es como volver a ser madre, aunque ya cumpliste tu ciclo de madre y de repente volver a cuidar a un niño. Una madre es irremplazable. Como abuela puedes amar a tu nieto, pero no es lo mismo”.

Otros familiares a cargo de huérfanos por femicidios

Después de las abuelas, otras figuras de referencia son las tías —las hermanas de las víctimas—, quienes con frecuencia asumen el cuidado de las niñas, niños y adolescentes afectados por femicidio.

Esta situación se presenta en el 11 % de los casos, según los datos revelados por las entrevistas.

Las hermanas de las niñas, niños y adolescentes suelen quedar como cuidadoras en el 8 % de los casos. Incluso, en un caso en la provincia de Los Ríos, la hermana que se hace cargo del cuidado tiene 17 años, es decir, es una adolescente.

Es importante mencionar también que los padres de menores (cuando no son los femicidas) quedan a su cuidado en el 8 % de los casos.

En otro 6 %, el padre comparte el cuidado con otra persona, con frecuencia una abuela o una hermana. Ahora bien, si descartamos los casos en que el femicida es precisamente el progenitor, en muchos casos el padre no ha sido una figura de referencia presente en la vida de niñas, niños y adolescentes, pues la situación está marcada por una separación o divorcio de la madre.

Hay otros casos en los que son los propios niños, niñas o adolescentes quienes prefieren no vivir con su padre biológico, sino que buscan a sus abuelas.

Una de las circunstancias más preocupantes en este ámbito es que con frecuencia la tenencia genera tensiones y conflictos al interior de las familias, que están ya fracturadas por el femicidio.

Una situación aún más grave es que se identificó un caso en el cual el padre está a cargo de niñas, niños y adolescentes a pesar de ser el presunto femicida.

La entrevista recopiló información sobre la edad de las personas que cuidan a los niños. En 4 de los 76 casos, esta información no pudo ser registrada. De las 72 familias restantes, se obtuvo que, en el 19 % de los casos, los niños se quedaron al cuidado de personas de entre 18 y 35 años.

En casi la mitad de los casos (49%), los cuidadores tienen entre 35 y 50 años; en el 18%, entre 20 y 35; en el 17%, entre 51 y 65; y en el 9% de los casos están al cuidado de personas de 66 años o más. Se detectó, como ya se mencionó antes, un caso en el que el cuidado fue asumido por una adolescente de 17 años.

Complicada situación económica para las familias

El 26 % de los ecuatorianos vive en situación de pobreza, según indica el reporte de 2023 del INEC. La incidencia de pobreza por ingresos es casi tres veces mayor en los hogares que tienen niños o niñas (25 %), en comparación con los hogares que no los tienen (9 %): uno de cada cuatro hogares con niños está en situación de pobreza, mientras que en los hogares sin niños afecta solo a uno de cada 10.

Para muchas familias, acoger a niñas, niños y adolescentes representa un reto grande en términos económicos, pues el número de miembros del hogar aumenta, lo que significa que se deben cubrir más necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda, educación, etc.

Simultáneamente, las familias deben enfrentar procesos judiciales largos y costosos: aun cuando consigan una abogada o abogado gratuito, las pericias, la investigación y muchas diligencias judiciales conllevan gastos considerables.

Las familias rurales deben viajar a las cabeceras o a las ciudades para realizar las diligencias; otras deben enfrentar gastos de viaje

debido a que los procesos judiciales se llevan a cabo en cantones o incluso en provincias distintas. Frente a la magnitud y trascendencia de estas obligaciones, algunas madres pierden días de trabajo, o se ven obligadas a dejar sus empleos para dedicar sus esfuerzos a la “lucha por la justicia”.

Adicionalmente, es necesario considerar los gastos relacionados con la afectación psicológica tanto de niñas, niños y adolescentes como de los demás miembros del grupo familiar, lo cual requiere gastos específicos en salud integral, atención psicológica y/o psiquiátrica.

Cambios que afrontan los niños

Las niñas, niños y adolescentes afectados por el femicidio experimentan una alteración profunda en sus vidas, que conlleva una serie de cambios significativos.

En primer lugar, se ven privados de la presencia materna y, con frecuencia, también de la paterna, ya que el progenitor, al ser el femicida, puede encontrarse prófugo, privado de libertad o incluso haber fallecido por suicidio.

Esta situación los obliga a cambiar de hogar y/o lugar de residencia, o bien, a modificar la estructura familiar en la que vivían, siendo acogidos por abuelas, abuelos, tías o hermanas, quienes deben reorganizar y adecuar sus viviendas para esta nueva convivencia. Además, es frecuente que los hermanos sean separados y llevados a diferentes hogares con nuevas familias.

Estos niños, niñas y adolescentes enfrentan cambios en la figura adulta principal responsable de su cuidado, debiendo establecer nuevos vínculos de apego con quienes, en medio de la emergencia, también se encuentran afectados psicológicamente y preocupados por las necesidades económicas incrementadas y el proceso judicial, usualmente largo y complejo. (I)

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