
En el Domingo de Pascua, del 20 de abril de 2025, el papa Francisco volvió a mostrarse ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, marcando su reencuentro con el público tras semanas de preocupante ausencia por motivos de salud.
A sus 88 años, el Pontífice sorprendió al recorrer la explanada en el Papamóvil, saludando con gestos amables y una visible fragilidad que no logró opacar su determinación.
Aunque permaneció en silla de ruedas y delegó la lectura del mensaje pascual a uno de sus colaboradores, él mismo impartió la tradicional bendición “Urbi et Orbi”, sin necesidad de oxígeno suplementario.
La jornada pascual arrancó temprano, con una misa celebrada a las 08:30 GMT en medio de un despliegue floral traído desde los Países Bajos.
Fue una celebración atípica, tanto por la limitada participación del Papa como por el contexto previo: esta ha sido la primera Semana Santa en la que Francisco no ha podido presidir la mayoría de las ceremonias litúrgicas desde su elección en 2013.
Un mensaje de resiliencia
“La vivo lo mejor que puedo”, confesó brevemente Francisco, dejando entrever su lucha interna por sobrellevar las dificultades físicas que lo han mantenido alejado de la escena pública durante más de un mes.
Su salud se convirtió en motivo de preocupación global, especialmente tras una hospitalización que se extendió por 38 días y que incluyó momentos críticos.
Sin embargo, el Sumo Pontífice no quiso pasar por alto la Pascua sin un gesto simbólico: el sábado, realizó una breve visita a la Basílica de San Pedro, donde oró ante una imagen mariana y repartió dulces a los niños presentes.
Encuentros clave
Antes de la misa dominical, Francisco sostuvo una reunión privada con el vicepresidente estadounidense JD Vance, en la residencia de Santa Marta.
El encuentro cobra especial relevancia tras los comentarios críticos del Papa sobre las políticas migratorias impulsadas por Donald Trump, y se dio en un ambiente reservado.
La aparición pública del Papa también marca el inicio de la cuenta regresiva hacia el Jubileo de 2025, evento para el cual se espera la llegada de millones de peregrinos a Roma.
A pesar de las limitaciones físicas, Francisco reafirma su voluntad de seguir al frente de la Iglesia, enviando un poderoso mensaje de esperanza a creyentes de todo el mundo.