Durante la campaña para la segunda vuelta, más de un par de veces escuché sobre un proyecto que planteaba la posibilidad de instalar una Asamblea Constituyente con el fin elaborar una nueva constitución para el país. Siempre fue planteado como un proyecto, no como una propuesta en firme, y su origen era Carondelet. No conozco, al momento, si el mencionado plan se ha consolidado por parte del nuevo gobierno, si su vigencia está en duda o si se lo ha descartado definitivamente. En todo caso, expongo mi criterio al respecto.
La instalación de una Asamblea Constituyente requerirá, primeramente, de su planteamiento por parte del ejecutivo y luego la autorización por parte de la Corte Constitucional. Una vez salvados los dos pasos, vendrá la convocatoria a elecciones por parte de las autoridades electorales, elecciones en las cuales se elegirán a los miembros de la futura Asamblea Constituyente y, quienes, una vez elegidos y posesionados como tales, elegirán a sus propias autoridades, elaborarán su propio reglamento de funcionamiento y se pondrán a trabajar en la elaboración del nuevo documento constitucional.
Uno de los primeros problemas a resolver será si la Asamblea que va a funcionar a partir del 24 de mayo próximo, va a continuar o no funcionando mientras funcione la nueva Asamblea Constituyente. Luego, ¿será saludable para el país emprender en un nuevo evento eleccionario para elegir a los miembros de la futura Asamblea Constituyente, cuando recién terminamos una campaña que nos ha dejado más que escaldados? ¿Será bueno regresar a las tarimas, los insultos y las descalificaciones cuando aún no nos recuperamos de la parafernalia reciente? ¿No tiene el Ecuador cualquier cantidad de problemas acuciantes, para que los dejemos de lado o soslayemos su gravedad, mientras desempolvamos las banderas, las gorras y las camisetas?
Cierto es que se requieren reformas como la de eliminar el CPCCS, pero se deben buscar mecanismos menos cruentos, y menos riesgosos, políticamente hablando, que la implementación de un organismo constituyente. Uno de ellos podría ser un Referéndum Constitucional que permita a los electores escoger entre la Constitución de 1998 y la del 2008. (O)