
En el Día de la Madre, celebramos a esas mujeres valientes que, con amor y determinación, transforman no solo sus hogares, sino también industrias enteras, rompiendo estereotipos y construyendo un futuro más inclusivo para sus hijos e hijas.
En Holcim Ecuador, este día adquiere un significado especial al reconocer el papel fundamental de las madres que, con su esfuerzo, redefinen roles en sectores como la construcción, tradicionalmente dominados por hombres. El 14 % de las mujeres en nuestras canteras son ejemplo de resiliencia y dedicación, demostrando que el amor por su familia se extiende a su pasión por el trabajo y la superación.
Nuestro propósito, “Construir progreso para las personas y el planeta”, incluye promover la diversidad y equidad, porque sabemos que las madres son pilares de cambio. Desde 2013, hemos trabajado para empoderar a mujeres dentro de nuestra organización y en las comunidades donde operamos. Hoy, los frutos de ese compromiso son visibles: madres que lideran equipos, operan maquinaria pesada, impulsan proyectos sostenibles y, sobre todo, inspiran a sus hijos con su ejemplo.
Nos encantaría que las conozcan. A continuación, hemos recogido extractos de sus historias:

Con una destacada trayectoria de 26 años, Dolores Prado ha roto barreras como la primera mujer CEO de Holcim Ecuador en 100 años. Esta nicaragüense, madre de 3 y abuela de 7, ha impulsado la equidad de género logrando un 25% más de mujeres en puestos directivos y una planta con el 53% de colaboradoras – récord mundial. Administradora de empresas y especialista en marketing, combina su brillante carrera con un estilo de vida saludable, demostrando que el éxito profesional y familiar son posibles con disciplina y pasión. Su liderazgo va más allá de los negocios: es mentora, promotora de sostenibilidad y ejemplo de cómo construir legados con equilibrio. Dolores encarna el espíritu de las #MadresQueLoHacenPosible, inspirando a las mujeres a creer en su potencial para transformar industrias y sociedades.

Con 28 años, Johanna Flores, es el vivo ejemplo de que el amor de madre mueve montañas. Johanna, recorría las calles como recicladora cargando 400 kg de papel en su auto, hoy opera con orgullo una volqueta en la Planta Loma Alta de Holcim.
Desde su embarazo, enfrentó desafíos con valentía: dejó atrás su título de CPA para convertirse en operadora de volquetas, un sueño que tuvo desde niña. Aunque el camino no fue fácil, ya que enfrentó algunos obstáculos como: estafas y prejuicios por ser mujer, su amor por su familia la impulsó a seguir. Con esfuerzo, obtuvo su licencia tipo E durante la pandemia.
«Lloré cuando me llamaron de Holcim. ¡Lo logré!», recuerda emocionada. Johanna no solo cumple su sueño, sino que inspira a otras mujeres: «Nos cuidamos entre nosotras», dice, demostrando que el apoyo femenino es clave. A sus hijos les enseña que «el sacrificio trae frutos», y aunque antes era recicladora, hoy es operadora y símbolo de que #LasMadresLoHacenPosible.

Con casi dos años operando mixer en Holcim, Thalia Cabezas, ha demostrado que los desafíos se superan con esfuerzo y determinación. Su ingreso a la empresa fue un reto que puso a prueba su capacidad para equilibrar sus responsabilidades en el hogar con las exigencias de un trabajo que demanda precisión y dedicación. Manejar transporte pesado ya era un logro, pero transportar hormigón, que es carga dinámica, un producto que requiere cuidado y atención, representó un nuevo nivel de compromiso. Para Thalia, pertenecer a este gran equipo es una bendición, una oportunidad que ha sabido aprovechar con gratitud y entrega.
Al inicio, los nervios y los miedos eran constantes, pero con el apoyo incondicional de sus superiores y compañeros, logró superar cada obstáculo. Hoy, mira atrás con orgullo y agradecimiento, no solo hacia Holcim por haber confiado en ella, sino también hacia su familia, cuyo respaldo ha sido fundamental en este camino.
Para Thalia, cada día es una oportunidad para seguir adelante, demostrando que los sueños se construyen con esfuerzo y corazón.

Es una mujer tsáchila de 31 años, ha convertido su curiosidad de infancia en una carrera llena de logros. Desde que observaba las máquinas pesadas en las obras de su barrio en Villa Florida, Santo Domingo, supo que quería dominarlas. Hoy, con 10 años de experiencia, es una operadora destacada en Holcim, donde lleva 8 años manejando maquinaria pesada con precisión y dedicación.
Como prueba de su determinación, Mayra fue la primera mujer operadora de equipo pesado en ingresar a la empresa en la planta de concreto Quito Sur, con 24 años empezó a cambiar la historia. Años después se trasladó a Guayaquil, a la Planta San Eduardo y actualmente es parte del equipo de la Planta Pascuales, Mayra se encarga de operar cargadoras para transportar materiales como piedra y arena, esenciales en la producción de concreto. Su trabajo, meticuloso y seguro, es clave para mantener el flujo de producción. Con una licencia tipo G, domina equipos como excavadoras, retroexcavadoras y montacargas, demostrando que la habilidad no tiene género. Orgullosa de sus raíces tsáchilas, Mayra ha roto barreras en un campo dominado por hombres. “Nadie en mi familia es chofer; soy la única”, comenta con una sonrisa.

Lourdes es docente, química-bióloga y una líder comunitaria en Puerto Hondo. Con más de 35 años de trayectoria, se considera “ahijada de Holcim”, gracias al crecimiento personal y profesional que ha vivido a través de la Fundación Holcim que desarrolla sus proyectos de inversión social en las comunidades vecinas a su Planta de Cemento Guayaquil, en la vía la Costa. Desde los 15 años, ha sido parte activa de la organización, participando en proyectos que han marcado su vida y la de su comunidad.
“En la Fundación aprendí cosas que en mi carrera de química no me enseñaron”, dice Lourdes. Además, asegura que su pasión por la educación la llevó a trabajar en un proyecto de reintegración estudiantil, ayudando a jóvenes fuera del sistema educativo. Hoy, muchos de ellos son profesionales exitosos. “Verlos crecer es lo más gratificante”, afirma con orgullo.
Lourdes siempre ha creído en la superación constante. “Nunca dejé de aprender, incluso cuando ya era licenciada”, comenta. Actualmente, es miembro activa de la Asociación de Pequeños Agricultores de Puerto Hondo, integra el equipo que está a cargo del Primer Vivero Comunitario de Mangle, recientemente inaugurado, también es parte del proyecto “Manantial”, un emprendimiento que surgió luego de las capacitaciones en el Centro de Educación para Todos, de la Fundación Holcim, junto a otras siete mujeres, elaboran perfumes, aceites y jabones líquidos. “Hoy tengo ventas de mi emprendimiento. Deportistas usan los aceites de masaje”, dice con satisfacción.
A las mujeres, Lourdes les envía un mensaje claro: “Nada es imposible. Las caídas son oportunidades para crecer”. Ella cree en la unión y el apoyo mutuo. “Si no nos ayudamos entre nosotras, alguien puede quedarse atrás. Yo lo he vivido”, asegura.
Lourdes es un ejemplo de resiliencia y compromiso. Su historia inspira a creer en el poder del aprendizaje, la comunidad y la perseverancia.

Ruth estudió Medicina en Quito hasta tercer año, pero descubrió su pasión por la labor social. Tras formar una familia, retomó sus estudios en docencia básica y desarrollo comunitario en la Universidad Técnica Salesiana, donde trabajó durante 10 años en un proyecto de Erradicación del Trabajo Infantil, enfocándose en jóvenes y sus padres.
En 2016, se unió a la Fundación Holcim y, junto a Daniela Pardo, creó el banco comunitario «Ahorrando Juntos» en Tañaló, Latacunga. Comenzó con 12 personas y un ahorro inicial de $10, pero hoy cuenta con 80 clientes, 56 de ellos mujeres. El banco forma parte de una red de nueve bancos comunitarios desde 2021.
El banco ha transformado vidas: jóvenes usan sus ahorros para sacar licencias de conducir, mujeres logran titularse y familias emprenden negocios. Ruth recuerda con emoción el caso de un matrimonio que, sin recursos para pañales, ahora tiene una cafetería en Pujlí.
Aunque enfrentó barreras culturales y discriminación, el apoyo de la Fundación Holcim fue clave para superar estos desafíos. Ruth también gestiona una tienda y papelería en casa, mientras equilibra su vida familiar y comunitaria.
Su mayor orgullo es ver a su primer hijo, quien gracias al apoyo de la Fundación Holcim en la creación del banco, estudió gastronomía en España y ahora ejerce su profesión. Ruth planea hacer lo mismo con sus otros dos hijos.
Con el banco comunitario, Ruth ha ayudado a mujeres a alcanzar independencia económica y emocional, además de mejorar su calidad de vida. Su mensaje es claro: “Las mujeres deben luchar por sus sueños, dejar atrás las luchas internas y salir adelante, porque son la base del hogar.”
Entre sus planes está expandir el banco e incluir a otras comunidades que aún no forman parte de la red.