Recordar y conocer nunca están por demás, son acciones saludables que refrescan y nutren nuestro acervo cultural. Daniel es protagonista de un pedazo de historia bíblica en el antiguo testamento; le recordé en la fosa de leones.
¿Qué fue lo que pasó? Los enemigos de Daniel le acusaron injustamente ante el rey Darío. Daniel fue condenado y arrojado a la fosa de leones para que fuese devorado. Los leones perdonaron su vida y al ser testigo el rey de este prodigio la perdonó también y condenó a quienes le calumniaron. Más tarde sus acusadores fueron echados a los leones que acabaron con sus vidas saciando su hambre con avidez.
Nuestro Daniel ecuatoriano, acorde con múltiples redes sociales, es vituperado y maltratado a toda hora y se arman, solapada, y abiertamente también, maneras para impedir su posesión, o, luego, para destituirlo. Hoy por hoy la fosa está repleta de resentidos, de personas que nunca imaginaron que Ecuador decidiría enmendar sus hierros y que hoy está dispuesto a luchar y morir para recuperar intacto el tricolor nacional.
A quienes se nutren del odio y respiran maledicencia no les interesa la patria; no les preocupa el crecimiento del narcotráfico, tampoco los grupos armados que diariamente truncan vidas y enlutan hogares. Buscan el poder para esquilmar al país como ya lo hicieron, buscan capitales para cubrir sus opulencias y caprichos. No se trata de agrupaciones políticas henchidas de civismo que anhelan recuperar al Ecuador y sanearlo para disfrute de las nuevas generaciones.
Estuvimos a un paso de engrosar la lista de países que ingresaron a un túnel sin salida: Cuba, Venezuela, Bolivia, entre otros. Quienes lideran esta opción en nuestro Ecuador deben saber hacia donde quieren conducirnos, pero sus devotos, quienes les siguen ciegamente, desconocen pormenores del viacrucis posterior.
El próximo sábado, 24 de mayo, Daniel Noboa y María José Pinto se posesionarán como legítimos presidente y vicepresidente ecuatorianos. De mi parte, bienvenidos para liderar un esfuerzo nacional encaminado a recuperar nuestros valores tradicionales condensado en esos versos de José Joaquín de Olmedo: “Amor de patria comprende/ cuanto el hombre debe amar/ su Dios, sus leyes, su hogar/ y el honor que los defiende”.
Un llamado a quienes votamos por el binomio triunfador: seamos ecuatorianos de verdad, busquemos el bien de todos. ¡Seamos ecuatorianos íntegros, en público y en privado! (O)