He aprendido mucho, lo reconozco. Yo, amante de las letras, he creído siempre que el libro supera a la película y que el cine difícilmente puede igualar ese viaje íntimo del lector, la imaginación liberada mientras construye escenas, rostros y paisajes, según transita por cada detalle de la narrativa del autor, en una experiencia solitaria, con su ritmo, sus pausas y su asombro.
Y he llevado razón en algún punto. Recuerdo con pereza aquella “Casa de los Espíritus” (obra cumbre de Isabel Allende) en la que un elenco anglosajón intentaba sin éxito traducir al estilo hollywoodense, una obra tan simbólica y profundamente latinoamericana. Pero he de reconocer también, que en otras ocasiones me he equivocado. Quedarán para la posteridad la obra maestra con la que Francis Ford Coppola representaba al “Padrino” del, también genial, Mario Puzo. Y aún en nuestros días, las magistrales producciones con las que Rodrigo Prieto y Rodrigo García, ponen en pantalla y sin perder detalle, dos de los íconos de nuestra literatura: respectivamente, el “Pedro Páramo” de Juan Rulfo y “Cien Años de Soledad” de nuestro eterno Gabo. Inclusive rescataría aquella honesta producción de Camilo Luzuriaga, entre los primeros pasos del cine ecuatoriano de calidad, cuando puso en la pantalla la obra maestra de Jorge Enrique Adoum (mi obra preferida de entre todas): “Entre Marx y una Mujer Desnuda”.
Sí, me he reencontrado con esta nueva magia del cine, del nuestro, del latino, independiente, experimental. Allí donde la música y la interpretación tocan fibras, despiertan emociones y exponen realidades que no logramos sospechar: la mirada del pueblo ancestral, el tránsito de quien desea rehabitar su cuerpo; la crudeza de esta tierra que es, en sí misma, una dolorosa postal.
Y esto, todo esto, yo no lo sabía. Y lo he aprendido hace poco a sugerencia de un grupo de buenos amigos (Tito, Alex, Patricio y Fausto), con los que organizamos una primera muestra de cine político, en mi querida carrera de Ciencias Políticas de la Cato. Gracias panas por recordarme la necesidad de rescatar el cine y la literatura, como alternativa a este gran bostezo existencial. Para ellos estas cortas líneas…(O)
@andresugaldev