La recaptura de alias “Fito” jefe de la banda narcodelictiva “Los Choneros”, por parte de las fuerzas militares y policiales, ha sido presentada por el Gobierno como un gran logro de su gestión en el tema de seguridad. Aún más, dicha recaptura pretendió ser presentada inicialmente como producto de la puesta en vigencia de las cuestionadas Leyes de “Solidaridad” y de “Inteligencia”.
No obstante, se trataría de una recaptura que, al igual que las mencionadas Leyes, no dejaría de provocar polémica. Y esto tanto porque habría versiones de que la recaptura sería más bien el resultado del “programa de recompensas” impulsado por el Gobierno, cuanto porque se difundiría la versión de que habría habido diálogos de Fito con el Gobierno para negociar su entrega. Versión esta que finalmente sería confirmada por el propio Ministro del interior, al afirmar que si hubo un diálogo previo con Fito.
En cualquier caso, es evidente que la recaptura del que fuera considerado el “delincuente más buscado” es positivo para el país; como positivo resulta también para la imagen del Gobierno, pues este no ha desaprovechado la oportunidad para presentar este hecho, y a través de una profusa publicidad, como el “gran acontecimiento” en materia de combate a la inseguridad.
Sin embargo, más allá del discurso gubernamental, la realidad da cuenta de que con Fito nuevamente preso el problema de la inseguridad no va reducirse; los asesinatos continúan en un promedio de uno cada 26 horas, al igual que la elevada tasa de extorsiones y secuestros. Es que el combate a la lacra del narcotráfico, y la criminalidad ligada a este, no pasa simplemente por la captura de uno de los líderes de una de las numerosas bandas narcodelictivas, sino por la implementación de una estrategia de seguridad integral (que considere las causas estructurales económicas y sociales de la delincuencia) y de largo plazo; lo que se opone a una estrategia puramente militarista y de corto plazo.
Por otro lado, la reciente petición de una instancia judicial de los Estados Unidos para la extradición de Fito, si es que se concreta, abriría también la posibilidad para que el Gobierno siga usando este caso para sumar popularidad, en un escenario donde los otros problemas del país subsisten. (O)