De carácter personal e introspectivo, este pequeño libro presentado por su autora, Cecilia del Carmen Narváez N., incursiona en el universo del retrato y desde una profunda perspectiva intimista.
En el mundo de la literatura, la dimensión autobiográfica de un retrato, se traduce en una descripción minuciosa de la persona, a fin de presentarla desde su doble arista: esto es desde lo físico y desde lo psicológico, asumiendo dicho texto, el nombre pertinente de etopeya. Así pues, la esencia de la persona es lo que ha de resaltar, por sobre las características físicas. De esta forma, se abunda en explorar y destacar las emociones, motivaciones y pensamientos de una persona. Tras la lectura de este texto de Carmen Narváez, se nos posibilita lograr una evidente cercanía con la realidad de la escritora y valorar sus atributos físicos y morales, permitiendo establecer una relación muy cercana y una valoración ajustada de la persona retratada. Se traduce este texto en un escrito que recoge el proceso de crecimiento y de experiencias familiares y profesionales, como para pintar debidamente, al personaje descrito.
Su lenguaje es adecuado, acertadamente aprovechado, con persistencia en los momentos crecimiento personal, tanto desde la dimensión humana como también desde los enlaces familiares. Un libreto que se constituye en un autorretrato, acertadamente logrado por su autora. (O)