¿Cómo afecta el sonido invisible a tu cuerpo y tu mente?

Las ciudades ecuatorianas se han convertido en escenarios donde el sonido no se detiene. Motores, construcciones, parlantes y multitudes generan una mezcla constante que, lejos de pasar desapercibida, ya empieza a ser medida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80 % de quienes habitan en grandes ciudades están expuestos a niveles de ruido superiores a los 55 decibeles. La misma entidad recomienda no superar los 70 dB durante el día y limitar el ruido nocturno a un máximo de 40 dB para evitar afectaciones progresivas en el bienestar físico, emocional y mental.

“La contaminación sonora no solo genera molestias momentáneas. Con el tiempo, puede alterar funciones básicas como el descanso, el estado de ánimo o la capacidad de concentración”, explica Ariana Araujo, audioprotesista de GAES.

En este contexto, la especialista explica qué ocurre en nuestro cuerpo cuando estamos expuestos a ruidos que no escuchamos:

  • El cuerpo humano reacciona incluso a sonidos que no percibimos conscientemente. Sonidos continuos y de baja intensidad, como el zumbido de ventiladores, motores lejanos o aparatos electrónicos, pueden activar el sistema nervioso de forma constante. Aunque el oído se acostumbra, el cerebro no deja de procesarlos. Esta estimulación sostenida eleva los niveles de estrés, provoca tensión muscular y dificulta la relajación. Con el tiempo, incluso puede afectar el estado de ánimo o generar una sensación persistente de incomodidad sin una causa clara.
  • Durante el sueño, estos ruidos también tienen un efecto directo. Aunque no interrumpan el descanso de forma evidente, sí alteran su calidad, afectando especialmente las fases más profundas y reparadoras. Esto puede provocar cansancio al despertar, dolores de cabeza, irritabilidad o la sensación de no haber descansado, incluso tras varias horas en la cama. Muchas veces, la causa está en ruidos ambientales constantes: el tráfico exterior, un electrodoméstico encendido o un equipo técnico funcionando durante toda la noche.
  • En espacios urbanos y ambientes cerrados, esta exposición se vuelve parte de la rutina. Oficinas con impresoras, aire acondicionado, sistemas de ventilación o notificaciones digitales generan un fondo sonoro que desgasta la atención. Lo mismo ocurre en viviendas cercanas a calles transitadas, comercios o edificios con equipos técnicos en operación.” Aunque estos sonidos no sean evidentes, su presencia continua puede generar fatiga mental, dificultar la concentración y aumentar el malestar general, convirtiéndose en una fuente silenciosa de agotamiento cotidiano” Ariana Araujo, audioprotesista.

¿Qué se puede hacer para reducir el impacto?

La especialista destaca puntos clave para mitigar las consecuencias de estos sonidos: 

  • Buscar momentos de silencio total: Si es posible, reservar diariamente unos minutos sin música, pantallas y  aparatos ayuda al sistema nervioso a recuperarse.
  • Prestar atención a las señales del cuerpo: Si se detecta irritabilidad, fatiga o falta de concentración, es importante considerar el entorno sonoro como una posible causa.
  • Consultar a un especialista: En caso de experimentar fatiga o tinnitus, se recomienda buscar la orientación de un especialista. Las pruebas de audición son fundamentales para prevenir la pérdida auditiva y es aconsejable realizarlas una vez al año, sin importar la edad.

Aunque el ruido es parte del ritmo urbano, su impacto puede pasar desapercibido hasta que comienza a alterar la rutina diaria. Prestar atención a los niveles de ruido, incluso a aquellos que no se perciben directamente, y tomar medidas para reducir su presencia marca una diferencia significativa en la salud y el bienestar de cada día.

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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