Es el eco de una patria que no se olvida, se conmemora cada agosto en las calles de Nueva York, que se visten de tricolor, no por casualidad, más bien es el abrazo a la distancia de miles de ecuatorianos que, aun lejos de su tierra, la llevan viva en el alma.
Fui invitada a participar en el desfile ecuatoriano en el marco del Mes de la Herencia, una muestra cultural y una reafirmación de identidad, un grito de libertad que conecta el 10 de agosto de 1809 con cada paso firme de nuestra gente en el extranjero.
Las banderas ondeando en Northern Blvd., nos recuerdan que la independencia no fue un suceso, sino un proceso que continúa en cada migrante que trabaja incansablemente por un mejor futuro para los suyos. Hombres y mujeres que madrugan, que emprenden, que estudian, que aportan con dignidad al país que los acoge, sin dejar de amar al país que los vio nacer.
Este desfile honra la memoria, pero también celebra el presente y el esfuerzo diario. Que cada paso en Estados Unidos, sea también un paso hacia el reconocimiento pleno de nuestros migrantes como actores fundamentales de la historia nacional. Porque la patria también se construye desde el exilio, con amor, trabajo y esperanza. (O)
