Todo señor, todo honor. Nacido en Biblián, pueblo arisco colgante de montañas del ande portentoso, despliega a lo largo de su vida, igual de portentoso esfuerzo y trabajo en las letras latinoamericanas. Su personalidad y amable presencia, se junta con una inacabable charla de sabiduría en muchos campos y más, mucho más, en el inmenso trigal de la literatura. Anécdotas antañonas, bromas y chascarrillos, copan la tertulia por horas. Es mi enorme amigo y me honro en decirlo.
Autor de decenas de libros importantísimos, miembro de prestigiosas entidades y universidades nacionales y extranjeras, en cuyas aulas derramó sus ilustrados criterios y enseñanzas, las mismas qué le otorgaron galardones significativos y es PH. D de algunas de ellas cuando vivía en el coloso norteamericano. No se diga el sin número de premios y reconocimientos a nivel del Ecuador, que haría interminable su enumeración.
De tiempo atrás cultiva nuestra amistad con gestos de enorme trascendencia y delicadeza para mí. Viviendo en Quito, no deja de escaparse a Cuenca de rato en rato y pasa escasos días o a lo mucho una semana, pero, sin embargo, siempre recibo su llamada e invitación para almorzar la comida indiana, el cuy y ají de cuy, con el mote ancestral. Somos cuatro, los de la mesa. Jorge Mogrovejo Calle, inmenso pintor y muralista reconocido a nivel del continente, Ernesto Arias, también novelista importante y cuñado de Taitico, como yo le llamo respetuosa y cariosamente a Antonito y yo. Charlamos sin tregua. Reímos sin parar. La amistad y el respeto se elevan en las flamas del intelecto y literatura. La semana antepasada, luego de nuestra reunión, surgió la necesidad de ir a Azogues a la casa de la Cultura del Cañar, para abrazar a Juanito Álvarez, reelecto a la presidencia de la CCC y también juntarnos en una nueva tertulia con Eduardo Crespo, célebre e importante autor azogueño, amigo entrañable y sabio.
Hoy, Taitito, está por presentar su monumental obra ¨El indio en el ensayo hispanoamericano¨ cuya importancia le da la necesidad de estar ya en la sexta edición.
Abrazar al amigo y enorme personaje es mi necesidad y lo hago a través de esta humilde columna. Decir que el trabajo y publicaciones de Taitico en sus obras incontables, es de una trascendencia inmensa y que reconocimientos y justicia, aún están morosos con él en el ámbito cultural ecuatoriano y latinoamericano mismo. (O)