Estamos en el momento donde el grito de los derechos humanos, sobresale como una opción de defensa de los sediciosos y bandoleros, que empujados por claros intereses de narcotráfico y la necesidad de que el país se encuentre convulso, para que, de esta manera, poder mejorar sus negocios millonarios y trasnacionales. Es lógico y conocido que los derechos del uno se terminan donde empiezan los del otro. Elemental razonamiento que da la opción de convivencia respetuosa y digna y solo en algunos casos, donde no existe este límite tácito, la justicia deberá encargarse de colocar los hitos pertinentes.
La pregunta que salta como, liebre es: ¿qué derechos humanos tenemos los ciudadanos honestos y trabajadores que intentamos mejorar nuestro peculio con esfuerzo y contribuir al bienestar y grandeza del Estado? ¿Que derecho tenemos si un grupo, azuzan a la gente para destruirlo todo y sembrar el caos de la manera más salvaje y criminal con pedradas e incendiando todo lo que esté a su paso, paralizando el país y llenando de zozobra al pueblo inerme?
Decir que tras estos bandoleros se encentra gente internacional muy bien entrenada en estos menesteres y que ya tienen experiencia incluso en países cercanos como Colombia que tiene décadas este virus letal del terrorismo, guerrilla y narcotráfico es cierto, pero no lo diré.
¿Qué espera Sr presidente para actuar? ¿Debe tener comandos entrenados para que vayan y los tomen presos a estos agresivos pirómanos y terroristas y les coloquen en manos de la justicia y que pasen el resto de sus vidas en cómodas celdas? Tiene un ejército que ya debe actuar y con mano dura para borrar del mapa el narcotráfico, entendiendo sí que, no es fácil.
Nuestro derecho humano como ciudadanos se lo pide y piense que los derechos de ellos se terminaron con la primera piedra, el primer bloqueo y el primer auto o casa incendiada de la pobre gente que lo pierde todo. Las inmensas pérdidas de los agricultores con sus productos y los miles de litros de leche tirados a la quebrada, deben hacerle pensar para actuar firmemente y que se respeten nuestros derechos humanos y ciudadanos.
Según encuestas del momento, el apoyo a su gestión es mayoritario y solo algunos de poca luz y fanáticos políticos, están a favor de la barbarie apegados a la consigna del crimen transnacional. Trump está empeñado en acabar con esta plaga y seguro ayudará si se lo pide. (O)