Había una vez

Aristóteles decía que el poeta, a diferencia del historiador, puede contar aquello que parece verdad. La virtud de su relato no está en la exactitud, sino en su capacidad de ser creíble. En la guerra de narrativas que hoy enfrenta al Gobierno y la CONAIE, quizá la mejor forma de entender este momento sea recordando una frase de infancia: “Había una vez”. Bastaba escucharla para que la imaginación hiciera el resto.

Había una vez un presidente valiente, bueno y comprensivo. Quiso visitar a su pueblo y fue recibido a pedradas. En ese pueblo, había gente muy mala que planeaba asesinarlo. Él solo quería saludar, trabajar por su gente y no entendía por qué lo recibían con violencia. Así lo contaron los voceros del poder.

Había otra versión. Un presidente decidió subir el precio del diésel, y con ello provocar una cadena de aumentos en los alimentos, el transporte y la vida cotidiana. Las comunidades más pobres, las de los pueblos y nacionalidades indígenas, se movilizaron para protestar. Fueron llamados terroristas, perseguidos, encarcelados, e incluso uno de ellos fue asesinado. Aun así, el presidente decidió viajar por tierra hasta una zona en conflicto. La gente, cansada de la humillación y el abandono, salió a las calles y lanzó piedras a una caravana de autos blindados. No hubo balas. Solo el enojo acumulado de una población que ya no encuentra espacios para ser escuchada.

Había una vez un país que, por tercera vez en menos de seis años, volvía a vivir un ciclo de tensión social. Tres veces el mismo libreto: el gobierno anuncia medidas económicas que golpean a la mayoría, los sectores sociales y los pueblos indígenas se levantan, la represión crece, y tras días de pérdidas y violencia se sientan a dialogar. Luego, el gobierno retrocede un poco, la CONAIE también, y el país sigue sin avanzar. Cambian los nombres, pero el guion es el mismo: la necedad de los líderes se impone al interés común.

Había una vez una historia posible. Un gobierno que decide redistribuir mejor los subsidios, en diálogo con los sectores afectados; que explica con transparencia, implementa compensaciones reales y destina los ahorros a mejorar la salud, la educación y la seguridad. Un gobierno que logra confianza porque cumple lo que promete. Ese cuento, sin embargo, aún no se escribe. (O)

@avilanieto

Dra. Caroline Ávila

Académica. Doctora en Comunicación. Especialista en Comunicación Estratégica y Política con énfasis en Comunicación gubernamental. Analista académica, política y comunicacional a nivel nacional e internacional.

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