¿A dónde nos dirigimos como país, cuál es nuestro rumbo y futuro?, si nos vemos inmersos en un incierto derrotero, cuando urge una modificación mental que nos conduzca a un sendero con honestidad, sin la miseria que implica la corrupción cultivada en todas las instancias y actividades, tanto públicas como privadas. Cuando se arma con el soporte de fuerzas externas, un paro con la presencia de dirigentes indígenas, que van contra sus hermanos, entre ellos agricultores, trabajadores, artesanos, comerciantes, etc, en esa floreciente provincia como es la tierra de los Imbayas, hoy sitiada por enemigos del desarrollo y de la vida de la mayoría de habitantes, que desesperados reclaman paz y trabajo, libertad y acogerse a sus derechos, mientras prevalece el bloqueo y la angustia en los habitantes de la provincia cuya capital es la ciudad blanca, sumida en sombras tenebrosas, que buscan desestabilizar al gobierno.
El régimen tiene errores, pero con seguridad se torna muy difícil el manejo de provincias convulsionadas a extremos tan peligrosos que buscan el enfrentamiento para mañana mostrarse como víctimas de la persecución política, de la policía, del ejército, y de esta manera buscar la compasión de instancias que difícilmente podrán ponderar lo sucedido. Increíble que existan indígenas de primera, con autos lujosos, sueldos jugosos y prebendas, mientras miles de ecuatorianos de las diferentes nacionalidades, pasan verdaderos cuadros de miseria, insalubridad, mala o falta de educación, inasistencia de los gobiernos, ausencia de futuro promisorio, entre otras necesidades.
Cuando miramos a través de las redes sociales, el accionar a los revoltosos vestidos de ponchos, plumas y atuendos de nativas etnias, todos actores de una turbulencia asesorada y mantenida por extraños gestores, que suministran todo lo necesario para provocar lo que estamos viviendo en Ecuador. Mañana existirán reclamos nacionales y externos, del accionar de las fuerzas del orden, que tienen el papel de litigar con estos oscuros, de rostros cubiertos, armas dañinas, y convertidos en enemigos del desarrollo de sus paisanos, a punto de destruir la economía normal de pequeños, medianos y grandes comerciantes, es decir de todos.
Que se encuentren los mecanismos para recuperar la asistencia gubernamental a las grandes necesidades nacionales y se eliminen los factores incendiarios. (O)