La relación entre ciencia, diplomacia y políticas públicas fue el eje central de la conferencia “De la Diplomacia Científica a la Interfase Ciencias – Políticas Públicas en Investigación Interdisciplinaria”, que se desarrolló ayer en el auditorio Marco Valencia de la Universidad de Cuenca.
El evento reunió a investigadores, estudiantes y público interesado en comprender cómo el conocimiento científico puede incidir en decisiones que trascienden las fronteras académicas.
La ponencia estuvo a cargo de Patricia Castillo Briceño, bióloga marina, PhD en Biomedicina, docente investigadora de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM), cofundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI) e integrante invitada de la XXVI Expedición Ecuatoriana a la Antártica 2023.
Participó también Johana Orellana Alvear, docente investigadora de la Universidad de Cuenca y coordinadora del Programa de Mentoría para Mujeres Científicas, promotora de este espacio de diálogo.
“Queremos acercar la ciencia y temas relevantes no solo a la comunidad universitaria, sino a toda la ciudad. La diplomacia científica es un tema de gran interés, pero aún poco comprendido en profundidad”, explicó Orellana.
Una triada para enfrentar problemas globales
Castillo definió la diplomacia científica como la interacción de tres ejes: relaciones internacionales, ciencia y políticas públicas. Esta articulación, señaló, es clave para abordar desafíos globales como el cambio climático o la pandemia de COVID-19.
“Las decisiones basadas en evidencia requieren coordinación entre países y disciplinas. En las negociaciones internacionales, por ejemplo sobre cuotas pesqueras o distribución de vacunas (en la pandemia), los científicos aportan datos que fortalecen la toma de decisiones”, explicó.
Agregó que, también está la diplomacia para la ciencia —que permite fortalecer infraestructura y formación— y la ciencia para la diplomacia, donde el conocimiento se convierte en una herramienta para mejorar relaciones entre naciones.
Ejemplos históricos respaldan esta visión. La cooperación internacional en la Estación Espacial Internacional, el Tratado Antártico o la colaboración científica durante la emergencia sanitaria mundial de 2020 evidencian cómo la ciencia puede servir de puente entre países con intereses incluso contrapuestos.
Diálogo necesario entre ciencia y política
Uno de los temas recurrentes fue la desconexión entre el sector científico y los tomadores de decisiones.
Según Castillo, desde la ciencia suele haber desconfianza hacia la política, lo que genera distancia. Sin embargo, su experiencia en el sector público le demostró que la receptividad existe, aunque falta un canal claro de comunicación.
“Los responsables de diseñar políticas saben que necesitan evidencia científica, pero muchas veces no saben cómo llegar a la academia ni cómo contactar a especialistas. Es una conversación que todos saben que debe darse, pero pocos dan el primer paso”, apuntó.
Para Orellana, generar espacios de encuentro en universidades públicas es parte de esa solución.
“Las universidades son el eslabón que provee conocimiento a la sociedad. Como instituciones financiadas con recursos públicos, tienen la responsabilidad de devolver esa inversión a través de información útil para mejorar la toma de decisiones”.
Castillo habló desde la experiencia. Ha trabajado en temas de cambio climático y océanos, y ha sido parte de expediciones científicas en la Antártida. Además, representa a América Latina y el Caribe en el Comité Ejecutivo de la Organización para las Mujeres en la Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD), brazo de la UNESCO para la equidad en ciencia.
La diplomacia científica dota de herramientas para fortalecer relaciones internas, por ejemplo, entre municipios, que funcionan como pequeñas naciones con sus propios intereses. “Negociar y cooperar es fundamental para avanzar”, señaló Castillo.
Mentorías para mujeres científicas
La organización de esta conferencia se enmarca en el Programa de Mentorías para Mujeres Científicas (Promenci). Más allá del ámbito académico, esta iniciativa busca vincular el conocimiento con la realidad local y global.
La presencia de Patricia Castillo en Cuenca también puso en valor la participación femenina en espacios científicos y diplomáticos. “La colaboración nos permite crecer sin dejar de ser competitivas, con una competencia sana basada en la excelencia”, afirmó.
La OWSD y la REMCI —de la cual Castillo es cofundadora— trabajan para visibilizar a mujeres científicas y fomentar el interés de niñas y jóvenes en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
“Hacer ciencia con impacto significa pensar en cómo lo que generamos contribuye a transformar realidades. La diplomacia científica nos da un marco para lograrlo”, concluyó Castillo. (I)
DATO
- La conferencia dejó un mensaje: la ciencia no puede permanecer aislada y la diplomacia científica es una herramienta para conectar conocimiento con políticas públicas eficaces.
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