¿Hasta cuándo el paro?

El Ecuador, de manera vertiginosa, entra en un callón sin fondo ni salida. Si es que ya no lo está.

El paro de la CONAIE ya dura un mes. Insólito de creer. Es un mensaje desagradable el     emitido al mundo civilizado.

Focalizada o no. Con mayor contundencia en una provincia. Con brotes en otras, casi todas ubicadas en la Sierra, la protesta ya rebasa lo racional, lo tolerable.

Ocho días atrás, el gobierno se ufanó de haber llegado a un acuerdo con organizaciones indígenas de Imbabura, el foco más violento del paro, para ponerle fin. Resultó un fiasco.

Esas organizaciones no tuvieron la aquiescencia de la dirigencia omnipotente de la CONAIE, cuyo pulso con el Gobierno debe ser medido en términos de fuerza, de connotaciones políticas e ideológicas, en cuyo caso cualquier acercamiento resulta estéril.

Las ya decantadas “mesas de diálogo”, literalmente, son entendidas por las partes en contravía con las patas hacia arriba, únicamente con tres, y desclavadas.

Es decir, imposible que alrededor de ellas se sientan personas inteligentes, dispuestas a no querer imponer, chantajear ni ceder; que respeten los derechos de la amplia mayoría que no está de acuerdo con la paralización porque le perjudica y quiere trabajar.

Cada vez la dirigencia de la CONAIE, secundada por organizaciones menores y sectores políticos siempre prestos a aprovecharse de las protestas indígenas, pone más “puntos a su agenda”, con lo cual el mínimo intento de diálogo sucumbe, exacerbando, más bien, los ánimos y la repulsa colectiva.

Al parecer, la estrategia de los manifestantes es alargar su protesta hasta el día de la consulta y el referendo, a fin de restar credibilidad al gobierno, victimizarse y lograr la victoria del No a las preguntas planteadas, parte de su agenda.

El régimen sabrá reflexionar si hizo bien en unir la eliminación del subsidio al diesel con la convocatoria a las urnas, o cometió un error.

REM

REDACCION EL MERCURIO

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