La identidad de país, la nacionalidad, la realidad de los 18 millones de ecuatorianos, de los que alrededor de 12 millones habitan en áreas urbanas y los 6 restantes, están en la ruralidad. He escuchado con atención las palabras del ex presidente, Dr. Oswaldo Hurtado Larrea. Quien citó, que el problema del Ecuador no son los presidentes, los políticos, los ministros o los empresarios, el conflicto está en los ecuatorianos y en su forma de actuar, como malos ciudadanos en el cumplimiento de las leyes, violadores de reglas y jurisprudencia, no pagamos impuestos ni cumplimos con la palabra, nos engañamos unos a otros, hacemos burla de la hora y el cumplimiento de llegada a citas, clases, negocios, etc, hasta a la hora de la muerte llegamos tarde, es decir vivimos más. Hay mucha relatividad y ausencia de honestidad en el accionar de muchos y ello se refleja en las praxis de los políticos, muchos de ellos llegan sólo por el dinero, no por un sincero compromiso de servir a los ecuatorianos y éticamente colaborar con el crecimiento del país. Luego, aprenden que desde esa posición se puede hacer “mucho”, y buscan reelección y olvidan hasta su profesión. ¿Será que aman tanto al servicio público?
Ofende la forma vulgar en la praxis política de muchos, en términos de hacer frecuente la denostación y lastimar al contendor, sin dedicar sus esfuerzos a la verdadera razón de su cargo. Corrupción a beneficio de bolsillo propio, engaño al pueblo entero, negar más tarde las acusaciones y repetir a los cuatro vientos que son “perseguidos políticos”. Cuántos juicios vinculados con quienes deberían ser ejemplo de honorabilidad y han estado patrocinando la inmoralidad, el atraco y el asalto a los caros intereses del Ecuador. Individuos investidos de poder y actores de sobreprecios y degradación en la calidad técnica de macro obras, embarradas en politiquería y no vestidas de honradez y tecnología estricta. Justicia cooptado y jueces con ausencia deontológica, turbulencia y sicariato en amplio espectro. Tragedia a la sociedad que lacera el futuro de la niñez y juventud, inmersos en infortunio a tiempo completo.
Todo esto es el reflejo de la realidad ecuatoriana, con honrosas excepciones, en ciudadanos que no quieren estar vinculados a la corrupción. (O)





