¿Aprende Ecuador?

Escribo estas líneas desde mi trinchera. Tuve el privilegio de servir al país como educador. Conozco el antes y el después de quienes un día aceptaron caminar de cerca hacia una meta común: dar sentido a la vida, conocerse a profundidad y hacerse de herramientas válidas para construir su propia personalidad e integrarse al país con el propósito de convertirse en ciudadanos de honor.

Entre quienes hoy habitan Ecuador hay dos grupos bien marcados: el de aquellos, estoy entre ellos, que luego de vivir y sobrevivir se prepara a entregar las armas a quienes vienen detrás; y, naturalmente, el de los niños, jóvenes y adultos que aún no comprendan del todo el mundo en el cual están viviendo y van a vivir por un tiempo.

Permítanme una premisa antes de profundizar el tema. Quienes llevan en la tierra siete u ocho décadas como pobladores de Ecuador hicieron ya su vida de trabajo y de combate y buscan ahora hacer del resto de años, de la yapa como decimos en la sierra, un espacio apto para disfrutar sus años trabajados. Por otro lado, quienes están viviendo sus primeras décadas tienen al frente problemas desconocidos en Ecuador y situaciones inéditas.  A veces me admiro de la valentía de estos jóvenes; en otras ocasiones reprocho conductas que viven al margen de sus responsabilidades y, de manera especial, me asusta el desconocimiento de causas y consecuencias de ciertas irresponsabilidades que presagian catástrofes a corto plazo.

Permítanme reflexionar con ustedes, sobre el hic et nunc del devenir de nuestro Ecuador. Ser presidente de la república, en estos años, es una actitud por demás patriota. Una ligera síntesis de aquello que percibo, amigos de El Mercurio. El civismo como virtud colectiva nacional está al borde de la extinción porque lo que hoy motiva a muchos que han hecho de la política su modus vivendi, son intereses grupales, enriquecimiento individual a cualquier precio. Si nuestros estudiantes oyeron hablar de moral y cívica no la ven reflejada en el comportamiento de la sociedad que les circunda. La vida ha perdido su valor intrínseco: se mata en cualquier esquina y son víctimas: niños, jóvenes y adultos. La vida en ciertas mentalidades es poco valorada. La matanza humana se ha convertido en un pasatiempo rentable. Un primer mandatario que quiera gobernar expone su vida al remar contra viento y marea. (O)

Dr. David Samaniego

Dr. David Samaniego

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Fundador de Ecomundo, Ecotec y Universidad Espíritu Santo en Guayaquil. Exprofesor del Liceo Naval y Universidad Laica (Guayaquil), Rector del colegio Spellman (Quito) y del colegio Cristóbal Colón (Guayaquil).
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