El trasfondo de los subsidios

En el Ecuador, subsidios que se aprueban se perpetúan de por vida.

Esta no es la naturaleza de los subsidios; al contrario, deben ser temporales y focalizados, es decir, determinar el segmento de la población a ser favorecida.

Aprobarlos es una decisión política por su puesto. La autoridad que la toma, sea directamente o poniéndola a debatir en un ente colegiado, por lo general gana simpatías, aplausos. A la larga se traducen en clientelismo electoral. Esto ya es histórico en el país.

Cada año, un gobierno destina miles de millones de dólares para los subsidios. En la actualidad, se determina alrededor de $6 mil millones. Uno más respecto del déficit fiscal.

Restringirlos, peor eliminarlos, se hace imposible. Varios gobernantes fueron derrocados por intentar. De allí la buena suerte, o lo que sea, del presidente Daniel Noboa de poner fin los destinados a los combustibles, entre ellos el del diésel; pero cuya factura posiblemente la pagó en la consulta popular.

Los subsidios son, además, condimentos del miedo. Este es parte clave en una campaña electoral. Basta que el partido o movimiento que ostenta el poder, cualquiera que este sea, difunda el rumor de que sus contrincantes los retirarán para que la población les retire su potencial apoyo.

La gente se acostumbra a los subsidios, la vuelve dependiente. No le importa si entre los beneficiados están personas con altos ingresos, y, en el fondo, resultan los más favorecidos, como ocurre con el gas de uso doméstico, por ejemplo.

En Cuenca, el alcalde Cristian Zamora presentará al Concejo Cantonal su propuesta de ampliar de 1 a 10 centavos   el subsidio para el transporte urbano de pasajeros, a parte del destinado para el   tranvía.

Difícilmente un concejal se opondrá, so pena de enterrarse en las urnas.

No se ha dicho hasta cuándo se aplicará el subsidio. Si se aprueba, ningún aspirante a la alcaldía querrá decir que lo retirará. Así es la política clientelar.

REM

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REDACCION EL MERCURIO
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