El Municipio de Cuenca y las entidades responsables de la gestión patrimonial enfrentan un desafío creciente para garantizar la protección integral de la declaratoria de Cuenca como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
José Medina presidió la comisión especial que elaboró los expedientes que se presentaron ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para que Cuenca tenga esta denominación.
Medina, arquitecto y exconcejal de Cuenca que actualmente reside en Estados Unidos (EE.UU.), fue uno de los principales impulsores de esta distinción, otorgada el 1 de diciembre de 1999.
Estuvo en Cuenca como invitado para participar en el III Encuentro Regional y Taller América Latina hacia el Nuevo Proyecto Urbano, organizado por la Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial (OCPM).
– ¿Cómo valora la gestión y conservación de los elementos patrimoniales que permitieron a Cuenca obtener la designación de Patrimonio Cultural de la Humanidad?
En estos 26 años las diferentes administraciones municipales han hecho su mejor esfuerzo para mantener a Cuenca con su patrimonio vigente y proyectarlo hacia el futuro. Pasarlo en las mejores condiciones a las nuevas generaciones que vienen; sin embargo, creo que ha habido altibajos dependiendo del punto de vista y las prioridades de cada administración. En términos generales creo que cada alcalde trabajó eficientemente, pero pienso que podríamos haber hecho más…
– ¿Qué hay que mejorar?
Yo pienso que lo que hace falta mejorar más es que la comunidad se involucre más, es decir, que las decisiones no sean tomadas solamente a nivel de burócratas, de tecnócratas, sino que la comunidad participe más activamente… Cuando las ciudades manejaban directamente los procesos, independientemente del gobierno nacional, eran más exitosas y cuando la comunidad se involucraba, se adueñaba de la idea, se apersonaba, como sucedió hace 30 años con lo que nosotros denominamos la ilusión movilizadora… Este proceso fue muy exitoso porque todo el mundo participó, desde el alcalde hasta el ciudadano que estaba en la calle, el taxista que nos conducía de un lugar a otro, todo el mundo opinaba de Cuenca patrimonio humanidad, todo el mundo tenía su criterio, se sentía involucrado y quería ser parte de un esfuerzo común y aportar con su granito a ese gran esfuerzo.
– ¿Cree que se ha perdido el sentido de apropiación y valoración del patrimonio por parte de la comunidad?
Pienso que en estos últimos años, poco a poco, se ha ido desconectando la administración municipal de la comunidad y pienso que es necesario volver a conectar con la gente de Cuenca, que es quien tiene también que opinar qué clase de ciudad queremos.
– ¿Cómo se puede motivar a la comunidad a involucrarse en la preservación del patrimonio cuando este tema suele percibirse como abstracto o complejo?
Bueno, yo pienso que hay dos procesos. Primero, lo que tiene que hacer la administración municipal es informar. La ciudadanía tiene que estar enterada de lo que pasa… Después de eso, educar y después crear los espacios apropiados para que la comunidad empiece a confluir y a apoyar los esfuerzos de la administración municipal…
– ¿Cómo puede la comunidad y la ciudad beneficiarse, por ejemplo desde lo económico, de la designación de Cuenca como Patrimonio Cultural de la Humanidad?
Cuenca, desde el momento en que recibió la honrosísima designación de ser Patrimonio Cultural de la Humanidad, pasó a otro nivel en el concierto de las ciudades, en el escenario mundial. Sin embargo, el primer beneficio es que esas ciudades se publicitan a un nivel global y empiezan a recibir una afluencia. El turismo en términos generales es ventajoso porque la ciudad se da a conocer y hay una inyección de recursos económicos, pero también un turismo indiscriminado, sin control, al final acaba depredando los centros históricos…
– ¿Hay riesgo de que Cuenca se vea afectada por un turismo indiscriminado?
Yo creo que Cuenca está en una encrucijada, en el punto en el que está recibiendo suficiente turismo como para que la economía local se dinamice. Sin embargo, también estamos ya en el límite de empezar a afectar el patrimonio. Y otra cosa que hay que tomar en cuenta es que una ciudad que es patrimonio de la humanidad no solamente tiene que cuidarse, en este caso, en el centro histórico, las áreas históricas, sino que ese centro histórico tiene que ser un elemento dinamizador de toda la ciudad, de toda la economía… Es decir, no solo los que viven en el centro histórico, sino toda la ciudad, toda la región tiene que beneficiarse, inclusive el país…
– ¿De qué manera podría verse afectada la ciudad y el centro histórico?
Bueno, hay varias clases de turismo. Hay un turismo mínimo básico que casi no aporta, que no genera muchos recursos, que consume muy poco y que es muy superficial en cuanto a la apreciación de la ciudad. Hay un turismo un poco más educado, más involucrado con las ciudades patrimoniales, que gasta más en las ciudades, visita los museos, va a restaurantes, lugares de diversión. Y, en definitiva, ese es un turismo que inclusive aporta ideas, genera digamos iniciativas adicionales, genera espacios que propician que se creen iniciativas adicionales. Entonces, un turismo indiscriminado, por decirle algo, como sucede en muchas ciudades de Europa o inclusive Latinoamérica, ha llegado a ser tan masivo que inclusive la infraestructura física se afecta. Porque, por ejemplo, una casa que ha sido una vivienda donde estaban 10, 20 personas, de pronto recibe 500 personas diarias, 1.000 personas diarias; obviamente que va a verse afectada.
– ¿Cómo se puede prevenir que el turismo indiscriminado afecte a la ciudad?
Tenemos que pensar en políticas que armonicen la protección y el cuidado del centro histórico con el crecimiento económico y el beneficio de toda la comunidad, de la región, del país. En definitiva, ese es el propósito.
– Se habla cada vez más del fenómeno de la gentrificación en el Centro Histórico de Cuenca, donde las familias que vivían allí venden sus casas y son reemplazadas por negocios. ¿Cómo lo percibe usted?
Bueno, hay varios fenómenos que afectan a los centros históricos; entre esos está la gentrificación. Hay como cuatro pecados, cuatro peligros que tienen las ciudades; uno de estos es la gentrificación. Cuenca está afectada en alguna manera por todos esos fenómenos, y no solo Cuenca, sino todas las ciudades patrimoniales. Entonces, el problema es que hay desplazamiento de la población que tradicionalmente ha vivido ahí. Hay cambios de uso que nada tenían que ver con el uso tradicional. Muchos de esos usos están en abierto conflicto con la esencia de las edificaciones y no solo de las edificaciones, sino de los vecindarios. Por otra parte, se están reproduciendo dentro del centro histórico elementos falsos que buscan simular la esencia del centro histórico, pero que solamente tienen el afán de atraer turismo, este turismo barato, pero que en definitiva está alterando la esencia de lo que es el centro histórico. Es decir, no solamente es la gentrificación, hay algunos fenómenos que son muy preocupantes.
– ¿Cuáles otros?
Tenemos también la terciarización, que es el proceso por el cual los centros urbanos que fueron residenciales o multifuncionales, por su centralidad, acaban destinados para el uso exclusivo del sector de servicios, comercio, restaurantes, y esto ya está pasando en Cuenca. También tenemos la banalización, que es el resultado del turismo al concentrar y priorizar sectores de la ciudad en esta actividad; tiene gran impacto paisajístico que favorece nuevas arquitecturas historicistas, falsos decorados y todo enfocado en captar el turismo… Un tercer pecado es la degradación, que es el abandono físico de sectores o barrios de la ciudad por envejecimiento de la población, deterioro de la edificación, infravivienda, deficiente infraestructura, ausencia de servicios y marginalidad, que puede propiciar la destrucción de los edificios. Son cuatro peligros graves que Cuenca está comenzando a sentir…
– Algunos propietarios de casas patrimoniales ven su propiedad más como una carga que como un beneficio, debido al alto costo de mantenimiento. ¿Debería el sector público brindar apoyo para que puedan conservar estas viviendas?
Este punto es algo que nosotros analizamos en el seminario. Hay que tomar en cuenta que cuando una ciudad es patrimonio de la humanidad, no solamente le pertenece a quien legalmente tiene el título de propiedad. Esa edificación le pertenece al vecindario, le pertenece a la ciudad, le pertenece al país y le pertenece a la humanidad. Yo pienso que debería propiciarse la legislación que busque que el gobierno local, el gobierno nacional e inclusive la UNESCO inviertan y tengan mecanismos para poder preservar las edificaciones patrimoniales…
– En varias ciudades patrimoniales se aplican incentivos para la conservación del patrimonio. ¿Sería viable implementar algo similar en Cuenca?
Claro, un primer criterio es el que acabé de nombrar, y la creación de estímulos sería un segundo criterio. El municipio tiene que crear estímulos para que los dueños de edificaciones patrimoniales, en lugar de pensar que tienen una carga cuando compran o heredan una edificación patrimonial, vean que esa es una inversión positiva que les va a generar una rentabilidad económica y que al mismo tiempo va a preservar ese bien patrimonial. Entonces, las ciudades que han tenido políticas exitosas a nivel mundial están utilizando estas dos políticas.
– En Cuenca, en los últimos años ha surgido la tendencia de abrir restaurantes conocidos como rooftops en las azoteas o terrazas de casas y edificios del centro. ¿Esto podría afectar la dinámica del centro histórico?
En Cuenca, al igual que en todas las ciudades del mundo, a veces vienen tendencias que se convierten en modas. Entonces, alguien propone una idea, una edificación tiene las condiciones, como en este caso, para hacer un restaurante en la terraza o la parte alta de una edificación y, en vista del éxito de esa intervención, de pronto todo el mundo quiere hacer lo mismo. Entonces empieza como una epidemia, digamos así, de que todo el mundo quiere repetir esa propuesta. Hay edificaciones que pueden cumplir esa función, pero no todas. Muchas veces está afectando significativamente la esencia de ese bien patrimonial, modificando los techos, modificando los accesos y alterando significativamente la esencia de un bien patrimonial. El municipio tiene que ser muy cuidadoso a la hora de analizar las edificaciones que cumplen las condiciones para convertirse en esta clase de locales…
– Se aproxima la remodelación del parque Abdón Calderón, ¿qué aspectos se deberían preservar para no alterar su esencia, considerando que es el corazón de la ciudad?
Así es, el parque Calderón tiene una profunda connotación en la vida cotidiana. Creo que el municipio está haciendo bien en rehabilitar, en recuperar, en mostrarlo como lo mejor, una de las mejores plazas que tenemos. Hay que tratar de que la comunidad siga considerando el centro como lugar de confluencia. En Cuenca está pasando, y es muy saludable, que todo el mundo quiera ir al centro, bien sea para disfrutar de los restaurantes, pasear por los locales comerciales, hacer compras, tomar un helado, conversar, socializar.
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